Vinicius: Ruido aquí, silencio allá. Por Jesús Suárez

por Jesús Suárez

@jsuarez02111977

Vinicius Junior, la joven estrella del fútbol, ha lanzado una declaración que ha estallado en todo el mundo: la mejor manera de combatir el racismo en España es, nada más y nada menos, que retirando el Mundial del país que lo ve jugar. ¡Qué idea tan revolucionaria!

Porque, por supuesto, todos sabemos que la manera más efectiva de resolver los problemas sociales es evitar enfrentarse a ellos. La lógica detrás de esta propuesta es, como mínimo, cuestionable.

Pero, detengámonos un momento. ¿No es este el mismo Vinicius que nunca ha considerado dejar la selección brasileña, a pesar de que Brasil tiene sus propios y graves problemas de racismo? Brasil, un país donde el racismo está profundamente arraigado en la estructura social. Según una encuesta de hace unos años, el 63,7% de los brasileños cree que la raza interfiere en la calidad de vida de los ciudadanos. Este es un país donde los negros ganan, en promedio, solo el 59,2% de lo que ganan los blancos. Los datos son alarmantes, y reflejan una realidad que no puede ser ignorada.

Pero si nos centramos en el deporte rey, el fútbol en Brasil ha sido históricamente un reflejo de las tensiones sociales y raciales del país. A lo largo de más de un siglo, este deporte ha sido testigo de una serie de incidentes racistas que evidencian la profunda desigualdad racial que persiste en la sociedad brasileña. La historia del fútbol brasileño no solo está marcada por sus héroes y victorias, sino también por la exclusión y el rechazo sistemático hacia los jugadores afrodescendientes.

Pero viajemos por la historia, para recordarle al gran Vinicius que a finales del siglo XIX, cuando el fútbol comenzaba a establecerse en Brasil gracias a Charles William Miller, un joven brasileño de ascendencia británica, el deporte rápidamente se consolidó entre las élites sociales. Sin embargo, desde sus primeros días, el fútbol estuvo envuelto en la exclusión racial. Los clubes de alta sociedad, deseosos de mantener el deporte como un símbolo de prestigio, implementaron restricciones que excluían a los jugadores de origen afrodescendiente. En 1905, la Liga Metropolitana de Río de Janeiro prohibió a los «atletas de color», un acto de segregación que llevó a clubes como el Bangú Atlético a retirar sus equipos en protesta.

Pero Vinicius, este rechazo no era solo una cuestión de política institucional. En 1914, el futbolista Carlos Alberto del Fluminense vivió un episodio humillante cuando su piel negra fue motivo de burla por parte del público rival durante un partido. El apodo «fue de arroz», utilizado para ridiculizar su color de piel, se convirtió en un símbolo de la hostilidad racial a la que se enfrentaban los jugadores negros.

A medida que el fútbol brasileño avanzaba hacia el profesionalismo en la década de 1930, la integración de jugadores negros comenzó a ser más visible. Clubes como el Flamengo, que históricamente habían evitado incluir jugadores afrodescendientes, empezaron a reconocer el talento de futbolistas como Fausto, Domingos da Guia y Leônidas da Silva.

Estos jugadores no solo ayudaron a su equipo a alcanzar el estrellato, sino que también simbolizaban un cambio en la percepción pública del fútbol.

Sin embargo, el camino hacia la igualdad fue tortuoso. En la década de 1920, Vasco da Gama, con varios jugadores de raza negra, ganó el Campeonato Carioca. Este éxito fue rechazado por los clubes tradicionales, que argumentaron que la presencia de «obreros y analfabetos» en el equipo perjudicaba la imagen del campeonato. La fundación de la Asociación Metropolitana de Deportes Atléticos (AMDA) tomo  como respuesta a esta amenaza percibida, diseñando para excluir a los clubes que incluían jugadores afrodescendientes pruebas de alfabetización.

A pesar de los avances y del éxito de figuras como Pelé y Garrincha, que ayudaron a desafiar algunos prejuicios, el racismo persistió en el fútbol brasileño. La integración de jugadores negros en los equipos de primer nivel no eliminó el racismo institucional y social. Las actitudes despectivas hacia los jugadores negros continuaron, reflejando un «racismo cordial» que permitía la presencia de jugadores de color en el campo, pero mantenía barreras invisibles en los niveles del poder y la administración.

Pero Vinicius, te voy a recordar que esto en tu país no ha cambiado mucho a día de hoy, el racismo sigue siendo una cuestión profundamente arraigada, particularmente en el ámbito deportivo. A pesar de los avances en la visibilidad de los futbolistas negros como tú, la discriminación racial continúa siendo una sombra que afecta tanto a los jugadores como a la estructura del deporte.

Igual te has olvidado amigo, pero en los últimos años, el racismo en el fútbol brasileño ha sido evidente en numerosos incidentes. Marcelho Carvalho, director del Observatório da Discriminação Racial no Futebol, destaca que los actos de discriminación racial en los estadios no son incidentes aislados, sino que forman parte de un patrón sistemático.

Según datos recientes, se han reportado alrededor de 150 incidentes de racismo en los estadios brasileños en los últimos tres años, con 63 de esos casos ocurriendo solo en 2019. Estos incidentes van desde insultos raciales hasta agresiones físicas, evidenciando un entorno hostil para los jugadores negros.

El racismo no solo se manifiesta en el comportamiento de algunos de tus compatriotas, sino también en la estructura del fútbol brasileño. A nivel administrativo y de liderazgo, los afrodescendientes siguen estando subrepresentados. En el Campeonato Brasileiro Serie A y B, entre 40 clubes, solo hay tres personas negras en puestos de responsabilidad significativa: un presidente, un director deportivo y un entrenador. Esta falta de representación en roles de poder refleja la discriminación que persiste en las estructuras de toma de decisiones del deporte de tu país.

La falta de oportunidades para los futbolistas negros en posiciones de liderazgo se debe en parte a las barreras sistémicas que limitan su acceso a roles administrativos y de gestión. Muchos jugadores negros, a pesar de sus habilidades y experiencia, encuentran obstáculos significativos para avanzar en sus carreras fuera del terreno de juego, tú lo sabes y te mantienes en silencio.

Pero si esto aun no te vale Vinicius, te voy a dar algún dato más, porque parece que te has olvidado que en tu propio país, el porcentaje de negros asesinados es un 132% superior al de los blancos. Además, casi el 80% de las víctimas de las operaciones policiales en los últimos años fueron personas negras. Estas cifras no son simples estadísticas; son un reflejo de un problema sistémico que afecta a millones de brasileños. Sin embargo, a pesar de esta cruda realidad, nunca manifiestas la intención de abandonar la selección de tu país en protesta por estas injusticias. ¿Será que es más fácil criticar a otros que mirar hacia adentro?

Pero para que entiendas mejor la magnitud del racismo en tu país, basta con recordarte algunos casos recientes que han conmocionado a la sociedad. En 2020, João Alberto Silveira Freitas fue brutalmente asesinado por guardias de seguridad en un supermercado Carrefour en Porto Alegre. Este caso no es un hecho aislado, sino parte de una larga lista

de abusos racistas en Brasil. Otro caso que destaca es el asesinato de Moïse Mugenyi Kabagambe, un refugiado congoleño que fue golpeado hasta la muerte en Río de Janeiro en 2022. Estos eventos son un testimonio desgarrador del racismo que persiste en Brasil, su país que Vinicius parece estar dispuesto a ignorar mientras continúa jugando al fútbol en España.

Las palabras de Vinicius sobre el racismo en España podrían haber sido un llamamiento poderoso a la acción si no fuera por la contradicción que representan con respecto a su postura sobre Brasil. Al parecer, Vinicius está dispuesto a señalar con el dedo a España y sugerir medidas drásticas, como retirar el Mundial, pero no muestra la misma energía cuando se trata de abordar el racismo en su propio país. Esta actitud, en el mejor de los casos, podría considerarse como una falta de perspectiva, y en el peor, como una forma de hipocresía.

El racismo es un problema global que requiere una respuesta coherente y comprometida en todos los frentes. Si Vinicius realmente desea luchar contra el racismo, no puede elegir sus batallas de acuerdo a lo que más le convenga. Debe ser un defensor de la justicia en todas partes, no solo cuando le afecta directamente o cuando le resulta conveniente. Si no está dispuesto a enfrentarse al racismo en Brasil con la misma fuerza con la que critica a España, sus palabras y acciones perderán credibilidad. El verdadero compromiso con la lucha contra el racismo comienza en casa, y Vinicius tiene la oportunidad de ser un verdadero líder en esta causa si está dispuesto a hacerlo.

Comparte éste artículo
Escribe tu comentario