Trump y Putin, ¡amigos improbables… o tal vez no! Por Miguel Abreu

Trump está desesperado. Putin, atento. Y el mundo parece dormido. El acercamiento entre estos dos líderes no es inocente: se trata de un intento claro de regresar al escenario del poder global, no a través de la diplomacia o la paz, sino mediante la instauración del miedo. Mientras tanto, Estados Unidos, atrapado en una crisis económica cada vez más evidente, intenta arrastrar consigo al resto del mundo para mantener la ilusión de grandeza. No estamos ante un gesto ingenuo. Se trata de generar inestabilidad para manipular el valor de la moneda y, así, reducir el peso de una deuda externa colosal. Pero las señales están a plena luz del día: una recesión severa en puertas, los mercados en caída libre y, probablemente, una bancarrota histórica en ciernes. El coloso americano parece tambalearse.

Ante este escenario, corresponde al resto de los países tomar decisiones valientes. Europa no puede seguir dependiendo de quien ya no sabe liderar, y mucho menos inspirar. Los tiempos exigen un nuevo orden: menos dependencia y servilismo, y más cooperación y visión estratégica. Es hora de despertar alianzas que estaban dormidas, de invertir en pactos sólidos, de reconstruir el equilibrio global sobre valores compartidos y no sobre intereses unilaterales. Mantener la paz interna, reforzar el diálogo internacional y proteger la autonomía estratégica ha dejado de ser solo una prioridad: es una necesidad vital.

El mundo no puede seguir siendo rehén de una potencia en declive. Si no somos capaces de romper las ataduras, todos seremos arrastrados a un abismo profundo, que para algunos podría incluso convertirse en tumba. Este es el momento justo para atreverse. Para actuar con lucidez y valentía. Para mirar hacia el futuro con dignidad. El miedo nunca ha sido un buen consejero, y las decisiones tomadas bajo la presión del conflicto raramente son acertadas. Los amigos improbables, cuando se unen para manipular, nunca traen buenas nuevas. Que los líderes despierten y sepan ver. Y que la humanidad sepa exigir. ¡Urge actuar!

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