La candidatura de A Coruña para el Mundial 2030, esa gran oportunidad para el glamour y las obras con prisa, se ha convertido, ¡oh sorpresa!, en el plato fuerte de la política local. Como era de esperar en cualquier ciudad gallega con elecciones a la vista (falta, veinte meses, por si a alguien se le olvida), los partidos de la oposición han encontrado en el fútbol el «caladero de votos» perfecto.
En el próximo jueves, en el Pleno del Concello de A Coruña, BNG y PP se disponen a darle un buen «meneíto» a la Alcaldesa Inés Rey. El BNG, siempre pionero en la agitación, anunció que va a «sacudir el saco de las nueces» para que caigan todas esas «incógnitas» que, casualmente, solo aparecen cuando el rival está en el Gobierno. Inmediatamente después, el PP no quiso ser menos y se sumó al show, Miguel Lorenzo, buen regateador, preguntará por la «falta de transparencia» y, ya de paso, metiendo prisa con el retraso de las obras de Riazor. El espectáculo está servido.
Magnífico. Todos hablan de transparencia y de Mundial, pero el elefante en el salón, el que de verdad patea el balón, es el Convenio entre el Ayuntamiento y el RC Deportivo. Juan Carlos Escotet quiere prolongar el Convenio firmado en el 2024, de 25 años a 50. Ya tiene dos nuevos aliados, BNG y PP. Estamos impacientes por conocer la respuesta de Inés Rey. ¿Qué sacará esta vez de la chistera? Gastar cien millones en una obra faraónica me parece un disparate,
Si Juan Carlos Escotet quiere asegurarse un convenio de cincuenta años, que asuma el coste total de las obras de ampliación del Estadio Abanca-Riazor. De esta manera, los aficionados al fútbol ganarán en comodidad y servicios, mientras que los coruñeses de los barrios se beneficiarán de vivir en una ciudad más «humanizada» (con recursos liberados para otras zonas).