Creo que dieron en el clavo la alcaldesa, Inés Rey y su teniente alcalde Gonzalo Castro, con ese guiño al sufrido deportivismo, “fichando” a Lionel Scaloni como pregonero de las Fiestas-2023. Estoy seguro que ha sido una decisión que ha hecho felices a multitud de coruñeses, porque no es nada fácil encontrar un caso de una ciudad como A Coruña, que haya podido contemplar en su Club el juego de tres Campeones del Mundo y que todos ellos disfruten estos días de nuestra ciudad. Vaya, por ello, mi más sincera felicitación a los que “hallaron” ese precioso “trébol de cinco hojas”, que completan Arsenio Iglesias y Alex.
Días habrá para hablar de Bebeto, Mauro Silva y del Teresa Herrera -en el que puede producirse un hecho que nos retrotraería a 1953, a una de las más curiosas anécdotas del Decano, con el caso del Toulouse de los “bomberos franceses”- porque desde Brasil algunos amigos comentan, y yo lo he confirmado en las páginas oficiales del America Maneiro, Curitiba y Bragantino, que éstos se van a enfrentar el 4 de agosto, viernes, en Belo Horizonte al América, en octavos de la Copa Sudamericana, y el día 6, domingo, en Curitiba en partido del Brasileiro-2023. ¿No están actualizadas, hoy 31 de julio, las páginas oficiales de estos clubs? ¿Conoce el Deportivo qué equipo desplazará el Bragantino al Teresa Herrera…o ya no va a venir? Ojalá se quede todo en una mala información.
Pero hoy toca centrarse en Lionel Scaloni, aquel chaval que, con 19 años, llegaba, también como Campeón del Mundo… pero Sub-20, desde su pequeñísimo pueblo de Pujato -permítaseme una cuña publicitaria- una especie de Corcubión, pero del interior de Santa Fe, con su padre Ángel al frente. Tanto ejercía como padre que “obligó” al Club y a su hijo a distribuir su salario al 50% con su hermano “mayor”, 21 años, Mauro, que pasaba a encargarse del “pequeño” Lionel, que afirmaba así su increíble solidaridad económica familiar.
Una solidaridad que de inmediato demostró en el terreno de juego. Una lesión de Armando propició que José Manuel Corral le hiciese su regalo anticipado de Reyes. El 4 de enero de 1998, debutaba de titular en Riazor ante el Sporting… pero una expulsión de Songo’o en el ¡minuto 3! provocó que Scaloni tuviese que dejar su puesto a Rufai. En el banquillo, eso si, con lágrimas en los ojos, no dejó de animar al equipo en un momento muy complicado. Lionel había dado la primera muestra de su solidaridad y así se ganó a sus compañeros.
Enseguida demostró que era un jugador listo e inteligente: sabía lo que el público esperaba de él, y se lo daba… pero al tiempo tenía claro que no era un virtuoso del balón, por lo que hacía un fútbol fácil para no cometer graves errores.
Siempre se mostró como persona agradecida a la ciudad, lo que le llevó a darle el nombre de “La Coruña” a la finca en su Pujato ganadero, donde estoy seguro de que cuenta con más vacas que habitantes tiene el pueblo.
Era un cariño recíproco el que por él se sentía en el club, pero al final todo se complicó, y por ello no quiero dejar de tocar el momento más duro que vivimos él y yo con su triste salida del club. Se pusieron en liza el concepto que siempre mantuvimos del papel del entrenador en el vestuario y chocaron los fuertes caracteres de Caparrós y Scaloni. Al final se impuso el poder que siempre dimos, mi Consejo y yo, a los entrenadores.
Es posible que hoy, ya como entrenador, Scaloni sea algo más comprensivo con las decisiones, que, en ocasiones, tienen que tomar los directivos empujados, por lo que les exigen sus técnicos. La visión del jugador es muy distinta. La libertad de actuación, él ahora lo sabe, que suele exigir el mister a una directiva es proporcional a la obligación que él tiene que asumir, que la responsabilidad de todo lo que ocurra en el vestuario es solo suya.
Como jugador era un auténtico profesional de las celebraciones. Sabía el esfuerzo que suponía conseguir ese éxito y se ponía al frente de la fiesta. Lo mismo lo veías subido al larguero de la portería, que corriendo en tanga por el campo… que llevando la voz cantante para mantearme en la celebración de la Liga en el Playa Club… con el pánico de que me dejase caer. Todo lo contrario a su actitud, que aplaudí a rabiar, como entrenador, en la que primó la discreción con la que celebró el título de Campeón del Mundo. Un gesto que, al igual que cómo trató el asunto Messi, deberían estudiarse en las Escuelas de Entrenadores.
Y, como no podía ser de otra forma, Scaloni vuelve para anunciar festejos. Sus dotes de pregonero ya las había mostrado hace 23 años, cuando desde el balcón de María Pita hizo un ensayo que enloqueció a los deportivistas… en la misma proporción que desató la ira en el sur galaico.
Entonces presentó su candidatura y aquí está, aunque ahora la fiesta es que ¡vuelve Scaloni al balcón de María Pita! a desbordar con su peculiar estilo, pero hasta Lionel se nos ha hecho algo mayor, y esta vez pinta que será políticamente correcto. No se pasará. Se quedará con las ganas… ¿o no?