Las aseguradoras, las derechas y los okupas. Por Domingo Sanz

por Domingo Sanz

La lógica de un mercado que funciona a base de publicidad engañosa, cuando no directamente embustera, termina enseñando la verdad sin pretenderlo.

Tras años escuchando cada día a las empresas de seguridad invitando a instalar alarmas contra los okupas, ahora aparecen las de seguros ofreciendo pólizas para lo mismo. ¿Acaso no funcionan las alarmas?

Una de las aseguradoras ha caído en la trampa de anunciar el precio de su póliza en dinero, ese idioma que nos permite calcular los beneficios que buscan con sus proyectos.

Tan osada que hasta parece al borde de la quiebra, o multimillonaria, escucho a la que no nombraré prometer, por «sólo 2 € al mes», la solución de los problemas que nos van a crear esos okupas que llevan acechando nuestros hogares desde que alguien decidió escribir esa palabra con «k» por primera vez.

Sin perder ni un instante, aparco a la derecha y me dispongo a contratar una de esas pólizas por si se agotaran las existencias, pero primero apago la radio para que nada me confunda y es entonces cuando me viene a la memoria la obsesión por los números y los porcentajes. Por eso, antes de buscar la web de la aseguradora, decido enviar dos preguntas al buscador.

La primera es sobre el porcentaje de okupación, que resulta ser del 0,06% en relación con los 26.000.000 de viviendas que, según el INE, había registradas en España en 2022.

Después pregunto lo que cuesta sacar a un okupa, y el buscador responde que entre 3.000 y 6.000 €.

Con estos dos datos y lo de los «2 € al mes» cualquiera puede hacer la cuenta de la vieja, pero como sigo en el coche y despierto, la haré yo mismo, junto a esta cuneta quizás sin muertos, ni viejos ni nuevos.

Partiendo de la base de que toda empresa intenta conquistar la mayor cuota de mercado posible, supongo que si todas las aseguradoras ofrecieran pólizas por «2 € al mes» y consiguieran asegurar los 26 millones de viviendas, su volumen de negocio alcanzaría los 624.000.000 € al año.

Por prudencia, siempre muy necesaria a la hora de montar un negocio, exagero los costes y considero que, debido al problema social de la vivienda que sigue pendiente, los okupas incrementarán su activismo casi un 70%, es decir, hasta el 0,1%. Por último, también supondré que el coste medio para sacar a cada okupa se habrá encarecido más del doble y alcanzará los 10.000 €. Y, para más inri, estimaré también que cada año se repetirá ese mismo número de okupaciones y desokupaciones.

Por tanto, y salvo error material, el coste anual para las aseguradoras sería de 260.000.000 €, lo que les dejaría un margen bruto de 364.000.000 €, algo que parece más que suficiente para absorber cualquier otro gasto imputable y, de propina, percibir cuantiosos beneficios después de pagar los impuestos.

Evidentemente, los importes citados corresponden a la protección del 100% del mercado de la vivienda okupable, es decir, toda.

El otro detalle a destacar de los efectos de una publicidad que nunca se sabrá si anima o desanima a los okupas para continuar con una actividad, que convierten en negocio quienes pagan los anuncios es su paralelismo en el tiempo con las campañas, sobre lo mismo de los políticos de derechas, que ya llevan seis años en la oposición, qué suplicio. Para ellos también es un negocio basado en verdades tergiversadas y, por tanto, tampoco informan sobre los números reales de las viviendas okupadas.

No me cabe la menor duda de que la publicidad masiva de las empresas de alarmas y de seguros, asustando a la sociedad muy por encima del riesgo real, ha contribuido al aumento de los votos del PP y de Vox en las urnas.

Puestos a consolarnos en medio de tanto escándalo, aunque la mayor parte de los beneficios empresariales se la lleve un número mínimo de privilegiados, lo cierto es que Hacienda no le hace ascos a los impuestos generados por unos negocios de alarmas y pólizas que se basan en mentiras.

Pero lo que no tiene arreglo, y eso sí que es tan peligroso como imposible de calcular, es el número de escaños indignos que, gracias a la coincidencia de sus mensajes políticos engañosos con una publicidad empresarial también engañosa, consiguen unos partidos de derechas en la oposición que transmiten miedo al electorado, recurriendo a una versión oportunista de aquel cuento de «Pedro y el lobo», a sabiendas de que, a ellos, su mentira, ni les costará jamás la pérdida del verdadero poder que disfrutan, ni mucho menos la vida.

Porque ni Hacienda, ni la Junta Electoral, ni ninguna otra autoridad puede negar un solo euro de sus retribuciones, que proceden de los impuestos, a esos cargos públicos que han conseguido okupar las instituciones gracias a una mentira masiva que sigue siendo «bombardeada» por tierra, mar y aire, pues la publicidad llega a todas partes.

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