Althea Gibson (1927-2003) nació en Silver, Carolina del Sur, Estados Unidos, el 25 de agosto de 1927. Su familia trabajaba el algodón, pero a raíz de la Gran Depresión, en 1930, emigró al barrio de Harlem de Nueva York.
Althea Gibson rápidamente empezó a practicar el paddle tennis en la ciudad de los rascacielos y, en 1939, se proclamó campeona de la especialidad de Nueva York. El paddle tennis es similar al tenis, aunque la cancha y la red son más reducidas.
En 1940, un grupo de vecinos de Gibson hizo una colecta para que pudiese jugar al tenis y, en 1941, ella lo agradeció ganando el Campeonato del Estado de Nueva York de la American Tennis Association (ATA), una organización fundada en tiempos de la segregación racial con el ánimo de patrocinar torneos para jugadores negros.
Gibson ganó otros dos títulos de la ATA en 1944 y 1945 y todos los títulos entre 1947 y 1956. En medio de esos triunfos, se convirtió en la primera tenista afroamericana en competir en el Campeonato de Estados Unidos (1950) y en Wimbledon (1951).
En 1949, Althea Gibson ingresó en la Florida Agricultural and Mechanical University (FAMU) con una beca deportiva, pasando a ser miembro de la fraternidad Alpha Kappa Alpha Sorority, la primera fraternidad de mujeres negras de Estados Unidos.
En los primeros años cincuenta, Gibson viajó por varios países, jugó muchos torneos y mejoró como tenista. Esencialmente, fortaleció la confianza en ella misma y en sus posibilidades y los resultados no se hicieron esperar. El factor psicológico es clave en el tenis, debido a la duración y la dureza de los partidos. Su gloria deportiva estaba cerca.
En 1956, Althea Gibson ganó el torneo Roland Garros, convirtiéndose en la primera tenista afroamericana en lograr una victoria en el torneo francés y en un torneo de Grand Slam. Ese año también consiguió los títulos de dobles de Roland Garros y Wimbledon.
En 1957, Althea Gibson ganó el torneo de Wimbledon y el Campeonato de Estados Unidos, siendo la primera tenista afroamericana en conquistarlos. Gibson ganó igualmente el Campeonato de Australia y Wimbledon en dobles y el Campeonato de Estados Unidos en dobles mixtos.
Althea Gibson defendió con éxito al año siguiente sus títulos individuales de Wimbledon y de Estados Unidos, a la vez que ganó su tercer torneo consecutivo de dobles en Wimbledon. Para no variar, fue número uno en el ranking mundial. Sus éxitos la condujeron a ser la primera mujer afroamericana en aparecer en las portadas de las publicaciones Sports Illustrated y Time.
Retirada del tenis competitivo en 1958, Gibson se sintió por un lado contenta por todos sus éxitos, pero por otro dolida por la discriminación racial que había padecido durante años en el mundo del tenis, tanto en Estados Unidos por la segregación racial como en otros países por puro racismo. Añadió a esos dos sentimientos encontrados una frustración personal por no haber servido sus victorias para eliminar el racismo hacia los negros. «Me di cuenta de que mis triunfos no habían destruido las barreras raciales de una vez por todas, como había esperado», declaró.
Alejada de las pistas, Althea Gibson demostró ser muy polifacética. Tuvo relación con la música, el cine, el golf, la política, etc. En 1957, hizo su debut como cantante profesional en un homenaje a W. C. Handy que se celebró en el Hotel Waldorf Astoria New York. Un ejecutivo del sello discográfico Dot Records se quedó impresionado por sus dotes de canto y la contrató para grabar el álbum Althea Gibson Sings, lanzado en 1959.
En ese año, Gibson también coprotagonizó una película de John Ford con John Wayne y William Holden, The Horse Soldiers, en la que se negó a hablar con el acento afroamericano estereotipado que se utilizaba en el Hollywood de aquellos años.
Ya en 1964, Gibson reanudó su actividad deportiva con el golf en la Ladies Professional Golf Association, o LPGA Tour, consiguiendo hasta su retirada en 1978 un puesto 27 en 1966 y una segunda posición en el Abierto de Columbus, Ohio, en 1970. La discriminación racial reapareció en el mundo del golf. Gibson fue excluida de algunos torneos y en otros no pudo entrar en la sede del club organizador por ser negra.
En 1972, la incansable Gibson dirigió el proyecto nacional de tenis móvil de Pepsi Cola, el cual llevó redes y otros equipos portátiles a áreas desfavorecidas de las principales ciudades de Estados Unidos, muchas de población negra.
En 1977, aún tuvo ánimos la polifacética e infatigable Althea Gibson de desafiar al senador estatal del condado de Essex, Frank J. Dodd, en las primarias del Partido Demócrata de Estados Unidos por un escaño, quedando tras él y por delante del asambleísta Eldridge Hawkins.
En esos años, Althea Gibson se casó con William A. Darben (1965) y Sydney Llewellyn (1983), divorciándose de ambos al final sin tener ningún hijo.
A finales de la década de 1980, Althea Gibson sufrió dos hemorragias cerebrales, seguidas de un derrame cerebral. Pudo superarlas, gracias a las ayudas económicas recogidas por su pareja de dobles en las victorias en Roland Garros y Wimbledon de 1956, la tenista judía Angela Buxton.
Gibson sobrevivió a un ataque cardíaco en 2003, pero falleció el 28 de septiembre de ese año al sufrir un deterioro de su salud. Enterrada en el cementerio Rosedale de Montclair, Nueva Jersey, su muerte causó una enorme conmoción.
En un artículo publicado en 1977, el columnista del New York Times William C. Rhoden escribió sobre ella: «Althea Gibson y Wilma Rudolph son, sin lugar a dudas, las atletas más importantes entre las mujeres negras de la historia del deporte… Los logros de Althea fueron los más revolucionarios debido al impacto psicosocial en la América negra… Demostró una vez más que los negros, cuando se les daba la oportunidad, podían competir a cualquier nivel en la sociedad americana».
Tras la muerte de Althea Gibson, la tenista norteamericana Venus Williams, la segunda afroamericana en ganar un Gran Slam después de Althea, también declaró: «Me siento honrada de haber seguido tan grandes pasos. Sus logros sentaron las bases para mi éxito, y a través de jugadoras como Serena y yo y muchas otras que vendrán, su legado perdurará».
Desde los años ochenta del pasado siglo, los reconocimientos a Althea Gibson fueron innumerables. A partir de su fallecimiento, incluso se incrementaron. La lista es larga. En 2012, el escultor Thomas Jay Warren le dedicó una estatua a la tenista en Branch Brook Park, Newark, Nueva Jersey. La estatua reproduce a una Althea en su esplendor con la raqueta en la mano, como si el tiempo se hubiese detenido. Como si el tiempo hubiese decidido no seguir adelante. Ojalá hubiese sido así. En cualquier caso, la estatua eterniza a la tenista. Que perdure. Y que su memoria nos acompañe siempre.