El artículo: La decadencia de la civilización moderna…

por Miguel Abreu

Para dar paso a una civilización posmoderna, aunque no sea mejor. Las señales son demasiado evidentes: la civilización está en un proceso de cambio. La polarización se ha acentuado desde el inicio de la guerra en Ucrania. Los países pertenecientes al BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) invitaron a Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos a formar parte del actual grupo. Más de cuarenta países (entre ellos Argelia, Bolivia, Indonesia, Egipto, Etiopía, Cuba, la República Democrática del Congo, Comoras, Gabón y Kazajstán ya han expresado su interés en unirse al grupo), este grupo que parecía casi dormido, por Claro, marca el nuevo ritmo.

Probablemente el mundo occidental sucumbirá como sucumbió la antigua Roma (una de las más grandes civilizaciones), y ni siquiera el oro entregado al invasor valió la pena para salvarse. Europa, en un proceso casi silencioso, será tomada, dividida y colonizada. Estados Unidos caerá bajo el peso de una deuda asombrosa. En el codiciado mundo occidental todo está permitido en nombre de una libertad idílica que sólo conduce al caos. No reconocer en la historia pautas para el futuro es comportarse de manera infantil, arrogante y poco inteligente.

En lo que a Europa respecta, la falta de políticas estratégicas bien planificadas y ejecutadas, la existencia de políticos corruptos, políticos y otros agentes que sólo piensan en su propio bien, y el ceder ante lobbies insanos son más de la mitad del camino hacia el abismo. Cuando un país europeo, en este caso Portugal, considera contratar extranjeros para unirse a las fuerzas armadas en lugar de promover el desarrollo de fuerzas armadas comunes (con los países de la UE), demuestra una total falta de visión y cuidado. Si el gobierno portugués no tiene la capacidad de discernir los peligros que surgen de esta decisión, que intervenga la UE. Y si la UE no hace lo que debería, que la OTAN dé a conocer los peligros de tal decisión y tome medidas. Aún en el caso portugués, la lengua cambia en nombre de un ideal del siglo XVI, sin embargo ya estamos en el siglo XXI y las lenguas, a pesar de ser similares, se diferencian no sólo en el sonido. Y al igual que el idioma, cada nación y cada pueblo tiene sus ideales, marcas y símbolos distintos/distintivos que la globalización no hace desaparecer. ¿Qué civilización posmoderna tendremos?

 

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