Semana tras semana, un mes, dos … y suma y sigue hasta superar los 13. Unos meses que se han hecho eternos y en los que, a excepción de los trabajadores esenciales y aquellos que han perdido sus empleos, la mayoría de personas se han visto obligadas a teletrabajar desde sus hogares.
Algunos agradecieron la medida, pero otros, muy conscientes de que se trataba de un imposible, se echaron las manos a la cabeza. Y es que, cuando el espacio ya es pequeño de por sí y encima hay niños de por medio, resulta casi imposible encontrar un momento de tranquilidad que permita concentrarse en la tarea que se debe desempeñar y, por lo tanto, el rendimiento está muy lejos de ser el que debiera.
Esto, que parece una tontería, unido a la privación de salir a la calle salvo para tareas esenciales durante las primeras semanas del primero de los estados de alarma decretado por el gobierno de España, hicieron que no pocos se acordaran de la vida que llevaban cuando eran niños, antes de que abandonaran el pueblo en busca de una mejor vida en la ciudad.
Sin embargo, no solo los que proceden del rural han echado de menos el campo y el aire libre durante la pandemia, sino que muchos de los natos en las ciudades llevan años buscando en la España vaciada un lugar donde vivir y donde emprender, logrando muchos de ellos un gran éxito, no solo profesional, sino personal, pues qué mayor éxito que mejorar en calidad de vida.
No obstante, y tal y como indican desde Mudanzas Gallego “si hace algunos años lo habitual era encontrar a jóvenes que abandonaban nuestro país y ponían rumbo al extranjero. Desde hace algunos años, y especialmente tras el primero de los confinamientos, se han incrementado notablemente las mudanzas a los pueblos y aldeas”.
“Por desgracia, el coronavirus no solo ha acabado con millones de vidas, sino que también ha motivado que negocios de todos los sectores se hayan visto obligados a echar el cierre, abandonando para siempre los locales en los que se ubicaban y precisando de un lugar donde almacenar los stocks que esperaban un comprador que nunca terminó de llegar, por lo que el uso de guardamuebles también se ha incrementado”.
Y es que, pese a la COVID-19, la vida, aunque distinta, continúa, eso sí, si se puede ganar en calidad de vida, mejor que mejor.