Uno de los juegos más inmortalizados y mitificados de la cultura popular encierra tantos secretos y leyendas como jugadores han tratado de descifrar un código universal que en la práctica no existe como una ley o patrón de éxito
Resulta innegable y demostrable a través de muchas expresiones artísticas de los siglos XX y XXI la erótica y el mito asociado a innumerables juegos de casino en general y de cartas en particular. Seguramente, uno de los más reconocibles y que más literatura ha suscitado al respecto es el blackjack, un nombre cuya mera mención traslada a tiempos pretéritos a ritmo de jazz, grandes noches de glamour y celebrities intentando descifrar el código que dé con la fórmula ganadora. Sin embargo, ni siquiera los matemáticos más afamados o premiados el mundo han sido capaces de dar con una única manera de resultar infalible y victorioso, y generalmente la baraja se ha llevado la razón.
Quizá, sobre el conteo de cartas en el blackjack existe la más nutrida y rica literatura jamás escrita, firmada desde iniciativas amateurs a personajes de renombre de universidades que intentaron dar con la fórmula mágica. Sin embargo, el juego ha ido evolucionando en la forma que lo percibimos a medida que héroes individuales han ido dando con claves que lo han moldeado. Pero, vayamos a un punto inicial.
Lo cierto es que la historia de la humanidad, las artes y la literatura aparecen ya reflejados en el pequeño gran libro de la historia. Entendamos, según una definición estandarizada, el juego como un azar de cartas propio de los casinos con una o más barajas inglesas de 52 cartas sin los comodines, con el objetivo de sumar 21 o su valor más próximo, pero sin pasarse. En un casino, nuestro único rival es el crupier, cuya jugada intentamos superar.
Tres puntos geográficos referencias las primeras partidas o y la rápida evolución y transmisión a través del globo: la Sevilla de comienzos del siglo XVII descrita en Rinconete y Cortadillo por MIguel de Cervantes, la Francia coetánea y la Nueva Orleans de la fiebre del oro, donde seguramente llegó introducida por la incuestionable influencia del país galo. Es en Estados Unidos y en el siglo XX donde adquiere su actual forma.
A la hora de analizar la dinámica, usos y preferencias de aquellos habituales en el blackjack es la estrategia del conteo de cartas sin duda la que más debates y ríos de tinta ha provocado entre quienes pretenden encontrar la clave para el éxito. Tan extendida y predilecta como demostradamente menos eficaz que otras apuestas estatégicas. Podría resumirse en que el conteo de cartas es una popular estrategia utilizada en el blackjack, pero no es la táctica más exitosa a la hora de jugar en los casinos online. Se puede aprender cómo llevarla a cabo de una manera rápida, pues solamente se necesita puntuar las cartas de acuerdo con su valor implícito.
Se puede detallar todo el proceso, y adicionalmente explicar algunas motivos por los cuales no resulta la mejor estratagema. Son tantas teorías prácticamente como jugadores. Podría resumirse la mayoría de los estudios en que la estrategia básica del blackjack consiste en jugar de acuerdo con las siguientes reglas:
– Pedir una carta cuando la mano inicial sume un valor de 8 o menos
– Plantarse siempre entre 17 y 20
– Si tienes una mano dura (sin as, con as de valor 1) plantarse si el repartidor tiene una carta débil descubierta (entre 2 y 6)
– si tienes una mano blanda (as con valor de 11) pedir carta si el repartidor tiene una mano débil
– doblar la apuesta con manos duras para una suma de cartas de 8, 9, 10, 11. Hacer lo mismo para manos blandas cuando nuestras cartas sean iguales de 13, 14 o 15.