Pasadas las navidades es el momento de tirar de ingenio para cubrir, en caso de tener pareja, la fecha de febrero: San Valentín.
Atrás quedaron los perfumes, las fotos enmarcadas o incluso los cojines personalizados. Es el momento de aventuras y, sobre todo, de pensar en cosas originales que puedan servir no solo para el ocio sino también para abrir puertas incluso en el mercado laboral.
“De unos años a esta parte los cursos están muy solicitados en estas fechas. No solo se unen con los propósitos de año nuevo sino que el estar en pareja también implica empujar a la otra parte a progresar. Este año hay una tendencia con el curso de pilotaje de drones” explican desde Aerofan.
Pese a que muchos piensan que volar un pequeño dron de juguete es todo, nada más lejos de la realidad. Para poder volar de verdad un dron como los que consiguen imágenes únicas, es necesario disponer de una licencia que dota a sus poseedores de un certificado oficial de AESA y EASA que autoriza a volar drones de hasta 25 kg.
¿Cómo podría abrir este curso nuevas puertas laborales?
Básicamente porque es una profesión en auge para muchos sectores.
El cine y los medios de comunicación que también utilicen medios visuales suelen ser los primeros consumidores. Necesitan tomas aéreas de gran calidad que, gracias a este tipo de dispositivos tecnológicos, están consiguiendo tomas únicas y originales que hasta ahora era prácticamente imposible conseguir.
En el caso de las fotografías viene a suceder algo parecido al anterior caso. Las imágenes que se pueden conseguir son espectaculares, sobre todo, en entornos naturales y sin apenas interferir con presencia humana en ciertos hábitats.
En las fuerzas y cuerpos de seguridad es también un extra ya que permite acercarse a zonas de difícil acceso para realizar comprobaciones en caso de búsqueda de personas o alertas para rescates.
El campo de la cartografía es otro de los grandes sectores que está abierto a este tipo de vuelos ya que permite hacer lindes rurales con mucha más facilidad que sobre el terreno.
Pero, en definitiva, no se puede poner coto a la utilidad que tiene conseguir imágenes para sectores como el minero, seguridad, construcción o incluso educación.