Unidad de medida del progresismo

por Alberto Esparis Ogando

 /><strong>“El que está firmemente asentado en la autoridad, aprende pronto a pensar que la seguridad, y no el progreso, es la mejor lección del arte de gobernar</strong></em></span><strong><span style=.”

Una parte de la clase política española se atribuye la denominación de progresista. Una parte del gobierno se autodenomina progresista, una parte del poder judicial se denomina progresista, una parte de los medios de desinformación se definen como progresistas. Es decir, el progreso soy yo, por lo tanto, el resto es conservador o retrógrada. 

¿Cuál es la unidad de medida que se utiliza para adquirir la denominación de origen y pertenencia? ¿Cómo se calcula el nivel de progresismo o conservadurismo que todos llevamos dentro según que caso? ¿Es el falso progreso, el que vivimos en la actualidad, producto de ideas avanzadas?

La RAE define al progresista como:  “Dicho de una persona o de una colectividad: De ideas y actitudes avanzadas.”

Estaremos de acuerdo en que Arquímedes era de ideas avanzadas. Pero, nos guste o no, Adolf Hitler también lo era y ya sabemos en qué terminó su obra. Karl Marx era de ideas avanzadas y como buen progresista llevó una vida de lujuria, alcohol y deudas. Primero vivió de lo que le enviaba su familia y más tarde de su adinerada suegra. Por pura coherencia progresista, no solo no pagaba a su sirvienta, sino que la dejó embarazada y le echó la culpa a su amigo Engels. De sus siete hijos solo consiguieron sobrevivir tres hijas (Los cuatro varones murieron de hambre). Y de estas, una murió de cáncer a los 38 años y las otras dos se suicidaron. Una de ellas, Laura, lo hizo junto a su marido, Paul Lafargue, uno de los introductores del marxismo en España y autor del famoso libro «El derecho a la pereza»…toda una declaración de intenciones. 

Todos los revolucionarios e imitadores con sus políticas, absolutamente todas, están estrechamente ligadas a la miseria, al hambre y la falta de libertades de los que dicen defender. ¿Podemos concluir entonces que sean estos los tres indicadores de la unidad de medida del progresismo?…

El progresismo y sus políticas deberían procurar el bienestar de la ciudadanía en general, pero en la práctica lo que consiguen es el retroceso socio-económico y vital. En España hay 6 millones de diabéticos a los que se les ignora. La tasa de suicidios en nuestro país supera los 4.000 por año y se desconoce el número de intentos fallidos. Más de 2 millones de personas mayores de 65 años viven solas y olvidadas. El número de personas dependientes se acerca a los 2 millones y un porcentaje elevado, a pesar de ser reconocidas como tal, no reciben ningún tipo de prestación. Las enfermedades raras, los enfermos crónicos, la inseguridad ciudadana, jurídica, cultura… y tantos otros ejemplos de omisión en su tabla de prioridades hacen del progresismo un camino directo al retroceso social y económico del pueblo llano. 

El progresismo en nuestro país ya lo conocemos. Se trata del control absoluto de todos nuestros movimientos en cualquiera de las direcciones o ámbitos en que nos desenvolvemos. Persiguen hasta la extenuación a todo aquel que quiere producir o hacer algo productivo en la vida, asfixiando y confiscando beneficios post impuestos para mantener a parásitos, vividores y extravagantes, sus potenciales votantes. 

Para asentar sus ideas primero se centran en destruir (no mejorar) lo establecido y aceptado por la mayoría, desafiando incluso a las leyes de la naturaleza. Viven de la confrontación, del odio a todo aquel que tiene éxito en la vida por sus propios medios; sin su limosna. Hablan de globalización, igualdad, libertad y como no de progreso; su progreso. Pero no le dedican un solo esfuerzo a mejorar lo fundamental

Son especialistas en etiquetar y clasificar a la sociedad en grupos a los que premian, criminalizan o enfrentan según sus intereses; dictadores por naturaleza, agitadores por conveniencia y traidores por convicción.

Este mal llamado progresismo no solo nos ha hecho más pobres económicamente como país, sino que nos sitúa a la cola en educación y cultura por medio del adoctrinamiento y reconstrucción de la historia, intentando dejarnos sin memoria y sin propiedad material e intelectual. 

A estas alturas, no me quiero ver inmerso en más revoluciones que las que marca el cuadro de mi coche; si sube de vueltas se pone rojo para avisar del peligro.  SUMAR ES RESTAR. 

 

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