El pasado 23 de julio fueron las elecciones generales, convocadas tras el revés del gobierno progresista tras los resultados de las elecciones municipales y autonómicas que hizo perder el poder territorial del PSOE en primer lugar y de su espacio a la izquierda. Es decir, de Unidas Podemos sin que se haya compensado con un avance de las fuerzas que han acordado participar en SUMAR.
En las elecciones municipales y autonómicas hubo una desmovilización del votante progresista defraudado ante un gobierno que les ha hecho perder poder adquisitivo. ¿Se borró de la conciencia ese sentimiento en las elecciones generales?
Constantemente se borra la presencia de la mayoría social progresista, ese movimiento popular y patriótico, ha votado en contra de un gobierno de los recortes encabezados por un PP y con apoyo de VOX, y también no da un apoyo cerrado al gobierno.
¿Qué nos jugamos?
No solo nos jugamos un gobierno de derechas con la ultraderecha y un gobierno progresista. Tanto a la derecha (PP, VOX) como la izquierda (PSOE, SUMAR) han aceptado el marco de que en 2024 se va a realizar recortes. Ese riesgo está presente y se decidía bajo qué correlación se podía conseguir avanzar el proyecto de degradación y saqueo.
Estas elecciones han dejado claro que hay un viento popular, un votante progresista, y este movimiento genera condiciones más favorables para enfrentar esta situación.
Breve valoración del gobierno español
Nos encontramos ante un gobierno, que, en lo esencial, es similar al de Zapatero. Se han ganado derechos, no obstante, se ha perdido poder adquisitivo. Se ha profundizado el transvase de las rentas de las clases populares y las pymes al gran capital y al capital extranjero. Se ha impuesto un empobrecimiento con el fin de aumentar los beneficios de unos vampiros: los grandes bancos, las grandes eléctricas…
Claro que se han ganado derechos, lo cual es un avance que hay que celebrar, pero eso no debe borrar que la subida de la inflación ha sido superior al de los salarios. Se ha aumentado los contratos indefinidos, pero no se ha solventado la precariedad; se ha aumentado el SMI, sin embargo, se ha perdido poder adquisitivo; se ha mejorado el acceso a las becas universitarias, pero dos de cada diez universitarios abandonan la carrera; y así podemos seguir.
En plena pandemia, cuando se pedían medidas de gran calado, se han tomado medidas muy tibias que aflojaban ligeramente el golpe. Por estas razones muchos votantes progresistas les castigaron en las elecciones municipales y en las generales.
La composición electoral les obliga a tener que llegar a acuerdos con ERC, JUNTS, … una amalgama de partidos que, en caso de que pudiese conformarse, sería aún más débil.
Pero PP y VOX no lo tienen fácil para llegar al gobierno.
No se ha producido ese tsunami azul que tanto se hablaba. Eso es un hecho. El PP ha mejorado sus votos, pero apenas aumenta votos comparado en 1996. Y si contásemos todos los votos del bloque de la derecha en 2019, en conjunto PP Y VOX pierden votantes. En torno a 44 mil votantes.
No se ha producido esa mayoría holgada del PP, quedándose muy lejos de los 160 diputados que esperaban.
Se fortalece el bipartidismo imperfecto
El peso del PP se fortalece respecto a VOX y el PSOE respecto a SUMAR. VOX iba ganando influencia elección tras elección, pero en esta han perdido una notable influencia; en el caso de SUMAR, si bien antes había una relación de 3 a 1, ahora pasamos de 4 a 1. En beneficio del PSOE.
La incorporación de VOX en el pacto del PP, hacen difícil o casi imposible alcanzar una mayoría parlamentaria por el amplio rechazo que genera. Pero el PSOE lo tiene más complicado
Hay riesgo de repetición electoral, tal como se dio en 2019 y 2016. Y ese riesgo sigue estando hoy en día.