es decir, desde la madrugada del jueves 24 de febrero de 2022 (son más de: 543 días, 77,57 semanas, 17,84 meses, 13.031 horas, 781.860 minutos, 46.911.600 segundos), Ucrania y la civilización son los grandes perdedores en una guerra que nunca debería haber tenido lugar. Como en todos los casos de conflicto y guerra, la civilización es siempre la gran perdedora.
Se perdieron vidas y se pierden a diario, familias, sueños, patrimonio histórico, bienes inconmensurables e incuantificables. Nunca habrá ningún valor o situación que pague por el daño irreparable, los crímenes, la barbarie cometida contra las personas. Ni siquiera la pena de cadena perpetua, o la muerte del responsable (o responsables) pagará y/o borrará todo el mal cometido contra la población del país y contra la civilización.
Para colmo, vivimos en una sociedad gobernada por individuos que defienden sus propios intereses, que son hipócritas, que son mentirosos y donde prolifera el número de corruptos. La falta de valentía para defender la verdad y el bien común es una característica muy presente. En el caso específico de Europa, la guerra en Ucrania, entre varias otras situaciones, mostró la falta de carácter y coraje de la UE y, en contrapunto, dio a conocer el coraje y la disponibilidad de servicio de un hombre – Volodymyr Zelensky – que antes del conflicto no era tomado en serio entre sus compañeros. Cada momento que pasa sin que se implementen medidas serias es una sentencia de muerte para la civilización. Todas y cada una de las personas, a pesar de no haberlo comprendido todavía, pierden con la existencia de conflictos y guerras. Vivir normalmente en un estado de guerra es aceptar la brutalidad como norma. Definitivamente este no es el mundo en el que quiero vivir, ¿y tú?