¿Por qué se come tanto bacalao en Portugal? Por Carlos Brea
Por supuesto, existe una explicación que se remonta siglos atrás, hasta el XIV, una época en la que hacer expediciones en barco era tendencia. A la vuelta, los aventureros traían nuevos productos a la Península –generalmente expoliados a algunas poblaciones “conquistadas”– que daban variedad a la gastronomía local.
Los portugueses encontraron bacalao por primera vez en las costas de Terranova (lo que ahora es Canadá). El viaje de regreso a casa era largo, así que para conservar el pescado lo salaban para que llegase en condiciones.
La sal era un valor en alza en aquellos momentos y los lusos lo producían en buenas cantidades. Eso interesó a Inglaterra, que proporcionó protección a la marina portuguesa a cambio de producto, en un tratado bilateral firmado por Pedro I de Portugal y Eduardo III de Inglaterra.
Ese acuerdo se fue rompiendo y arreglando a lo largo de los siglos, con periodos en los que los lusos tuvieron prohibida su pesca. Aun así, en el siglo XIX los pescadores del país proporcionaban casi la mitad de bacalao que se consumía en su territorio. Ahora solo representa alrededor de un 5%.
Era común enviarlo hacia las colonias españolas repartidas en otros lugares del planeta (algunos países del Caribe y América del Sur, Filipinas y/o África).
En estos lugares se servía como alimento a los trabajadores (normalmente eran esclavos) que eran utilizados para faenar en las plantaciones y estos, a la hora del rancho, se colocaban en una fila e iban esperando turno para que se les diera la ración correspondiente de bacalao, la cual era cortada, normalmente, por el capataz o encargado de la plantación.
Algunas fuentes indican su origen a los tiempos de hambre y penuria en España, Portugal y Europa, donde el bacalao era el alimento básico y de los más baratos que se podía adquirir. A la llegada a los hogares, el patriarca de la familia era la persona destinada a cortarlo y repartir las raciones, como ya escribí.
Otras fuentes, sin embargo, señalan el origen de la expresión a los establecimientos conocidos como tiendas de ultramarinos o colmados, en el que el bacalao debía ser cortado con un cuchillo largo y afilado y cuya tarea era reservada al propietario o encargado del comercio, no pudiendo ser cortado el bacalao por el aprendiz que allí solía haber.
Ese tipo era el que cortaba el bacalao y, por lo tanto, el que mandaba y tomaba las decisiones allí. Sea como fuere, querido lector, hubo un tiempo que La Coruña pescaba en Terranova, salaba el bacalao y lo vendía a Portugal . Y los coruñeses iban a comprar allí nuestro bacalao. Y lo mismo pasaba con las cuberterías fabricadas en Culleredo.
Y queda pendiente de escribiros sobre la maruca, aunque todos bien sabéis la diferencia entre la maruca y bacalao.
SALUD, ALEGRÍA Y LIBERTAD.