¿Por qué se come tanto bacalao en Portugal? Por Carlos Brea

por Carlos Brea

 />Viajamos el domingo 17 de septiembre a la gran bacalada, nada mejor para disfrutar de este manjar, placer de paladares exquisitos, que comer en el<strong> Restaurante Cristina</strong> en Valença do Minho, nuestro vecino y querido Portugal</p><p>Portugal está preparado para que incluso a los que no les guste el bacalao acaben comiéndolo. Según se dice, tienen más de 1.000 recetas para prepararlo, así que entre tanta variedad, alguna habrá que convenzan al comensal más reacio. Ante tal alarde de creatividad, sería bastante descortés no probarlo por lo menos.<br />
Pero ¿por qué se come tanto ese pescado en el Estado vecino? No es una especie que viva en sus costas, sino que actualmente se importa de Noruega, Islandia o Rusia (aunque el proceso de salazón sí que se realiza en territorio luso). La sardina, otro pez muy presente en las mesas de Portugal –y símbolo de Lisboa– sí nada en aguas cercanas, no hay duda, pero lo del bacalao es otra cosa.</p><div id='gallery-1' class='gallery galleryid-26017 gallery-columns-2 gallery-size-full'><figure class='gallery-item'><div class='gallery-icon portrait'>
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Por supuesto, existe una explicación que se remonta siglos atrás, hasta el XIV, una época en la que hacer expediciones en barco era tendencia. A la vuelta, los aventureros traían nuevos productos a la Península –generalmente expoliados a algunas poblaciones “conquistadas”– que daban variedad a la gastronomía local.
Los portugueses encontraron bacalao por primera vez en las costas de Terranova (lo que ahora es Canadá). El viaje de regreso a casa era largo, así que para conservar el pescado lo salaban para que llegase en condiciones.

La sal era un valor en alza en aquellos momentos y los lusos lo producían en buenas cantidades. Eso interesó a Inglaterra, que proporcionó protección a la marina portuguesa a cambio de producto, en un tratado bilateral firmado por Pedro I de Portugal y Eduardo III de Inglaterra.
Ese acuerdo se fue rompiendo y arreglando a lo largo de los siglos, con periodos en los que los lusos tuvieron prohibida su pesca. Aun así, en el siglo XIX los pescadores del país proporcionaban casi la mitad de bacalao que se consumía en su territorio. Ahora solo representa alrededor de un 5%.
 />El bacalao se introdujo cómodamente en la gastronomía popular por dos motivos. Uno, por salud: se mantiene comestible durante varios meses, por lo que los habitantes del interior del país podían acceder a él, lo que no ocurría con otros pescados.<br />
Se trata de un alimento rico en proteínas, por lo que suplía muchas carencias alimenticias y, además, tenía un precio muy asequible, por lo que casi todo el mundo podía permitírselo.<br />
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Era común enviarlo hacia las colonias españolas repartidas en otros lugares del planeta (algunos países del Caribe y América del Sur, Filipinas y/o África).
En estos lugares se servía como alimento a los trabajadores (normalmente eran esclavos) que eran utilizados para faenar en las plantaciones y estos, a la hora del rancho, se colocaban en una fila e iban esperando turno para que se les diera la ración correspondiente de bacalao, la cual era cortada, normalmente, por el capataz o encargado de la plantación.
Algunas fuentes indican su origen a los tiempos de hambre y penuria en España, Portugal y Europa, donde el bacalao era el alimento básico y de los más baratos que se podía adquirir. A la llegada a los hogares, el patriarca de la familia era la persona destinada a cortarlo y repartir las raciones, como ya escribí.
Otras fuentes, sin embargo, señalan el origen de la expresión a los establecimientos conocidos como tiendas de ultramarinos o colmados, en el que el bacalao debía ser cortado con un cuchillo largo y afilado y cuya tarea era reservada al propietario o encargado del comercio, no pudiendo ser cortado el bacalao por el aprendiz que allí solía haber.
Ese tipo era el que cortaba el bacalao y, por lo tanto, el que mandaba y tomaba las decisiones allí. Sea como fuere, querido lector, hubo un tiempo que La Coruña pescaba en Terranova, salaba el bacalao y lo vendía a Portugal . Y los coruñeses iban a comprar allí nuestro bacalao. Y lo mismo pasaba con las cuberterías fabricadas en Culleredo.
Y queda pendiente de escribiros sobre la maruca, aunque todos bien sabéis la diferencia entre la maruca y bacalao.

SALUD, ALEGRÍA Y LIBERTAD.

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