Crónica dual, cultural, histórica y gastronómica. Por Carlos Brea

por Carlos Brea


Escritor y Cronista gastronómico

Crónica dual porque escribiré sobre dos actos diferentes pero muy unidos, que tienen como nexo común la Historia, la guerra, la cultura y la vida social civil y militar de Marineda. En ambos actos tenemos de común denominador al actual Ilmo. Sr. Coronel Director del Museo Histórico Militar Regional de La Coruña, don Antonio Montero Roncero, con aquilatada experiencia en la Historia de nuestra ciudad, ya que proviene de dirigir el Archivo Histórico Militar del Noroeste, con sede en el Acuartelamiento de Atocha, archivo que está para la concurrencia de escritores, lectores e interesados en historia militar, archivo y biblioteca de libre acceso para todo juan pueblo bibliófilo.

El Coronel Montero, Antonio, tiene esa seriedad marcial que se acompaña con su jovialidad innata gaditana que destila al hablar con ese gracejo animoso y noble de nuestros compañeros conmilitones sureños. Estuvo también destinado bajo la capa de la OTAN en los Países Bajos y es un gran coleccionista de material de la Segunda Guerra Mundial y, a la postre, es el quinto director del Museo Militar coruñés. Dejará el cargo próximamente, en un Museo que fue dirigido al principio por nuestro entrañable primer coronel Leoncio Verdera (con el que en tiempos fundacionales tuve el honor y el placer de ser requerido por él para la redacción de los Estatutos que configuraban esta nueva Entidad, junto con el ya desaparecido teniente don Alejandro Díaz-Carbajales Ramos, compañero y mando en el RACA 28, de ZALAETA, de los que aún conservo un manuscrito en mis archivos que ya forma parte de la pequeña historia del Museo, pero pilar de él, de puño y letra del coronel Leoncio), al que siguió con una gran labor encomiable nuestro admirado coronel de Artillería Don José Fernando Navas Ramírez-Cruzado, excelente persona y mejor Mando con el que aprendí mucho durante su mandato, que fue sucedido a su vez por el coronel de Artillería que había ingresado en el RACA 28, en 1975, Fernando Mariño ACEBAL, que le cedió los trastos al coronel Paco Cobas que a la edad de 65 años reglamentarios dio paso al coronel Montero, mando actual de este gran equipo del Museo al que le ha sabido aplicar, como reza la Real Academia Española de la Lengua lo de «Limpia, fija y da esplendor». Ha sabido reorientarlo a su modo, encontrarle mayor eficacia, limpiar algunos fallos estructurales que se arrastraban desde hace tiempo, prescindiendo de material y personajes superfluos y centrándose en los eruditos de la historia militar; y se va con el deber cumplido y bien cumplido.

Asisto, pues, a la exposición «Marcando el paso, el calzado militar Segarra» una exposición temporal que finaliza el 30 de junio y que está expuesta en el Museo Histórico Militar de La Coruña, en la plaza de Carlos I y está abierto incluso domingos y festivos con la entrada libre. Patrocinan esta exposición la Universidad de San Pablo CEU, la casa y museo Silvestre Segarra e hijos, y el estamento militar. La empresa Segarra, desde sus orígenes artesanos en 1882, llegó a convertirse en una de las más importantes fábricas de España del siglo XIX. Su prodigioso crecimiento tuvo mucho que ver con su vinculación con el Ejército, del cual fue el principal proveedor de calzado a lo largo del siglo XIX, aunque tuvo una época negra y cierre temporal con los políticos del Frente Popular, que cerraron la fábrica expropiándosela a la familia Segarra, que tras el fin de la guerra reabrió.
En esta exposición se conocen los hitos cronológicos de la empresa, su sistema organizativo y de producción y de sus modélicos logros sociales; también todos los tipos de calzado militar que produjo: alpargatas, botas, borceguíes, polainas, sandalias, zapatos de paseo…
¿Quién de España y en concreto de La Coruña no tuvo unos zapatos eternos de Segarra? Recuerdo de niño ser llevados por mis padres a la tienda Segarra de nuestra calle Real a comprar equipamiento para el colegio.
La constante evolución de este calzado dice mucho acerca de los cambios experimentados por España y por nuestras Fuerzas Armadas en aquellos años; no solo vistió a nuestros soldados, sino que la familia Segarra construyó casas para todos los trabajadores de sus fábricas y tuvo atenciones sociales que hoy se echan en falta en las grandes empresas multinacionales que están en La Coruña, grandes, actuales, multimillonarias en beneficios, que no construyen casas para sus trabajadores y mucho menos tienen atenciones sociales directas para con ellos, porque hoy las empresas van a ganar dinero y no a servir a nuestra nación española ni a los españoles de a pie (sin calzado casi). Todavía conservo mis fuertes botas -de tres hebillas- que fueron el producto estrella de la gran fábrica de calzado Segarra. Ahora las botas que se fabrican para el ejército se producen en la localidad de Brea de Aragón y el último que las vendía era Dandy de la Calle San Andrés de La Coruña.
Os recomiendo, estimados doctos, dilectos lectores, que paséis por el Museo Militar a observar esta exposición, os gustará.

Real Orden de Caballeros de María Pita
La otra parte -dual de esta crónica mundana y social se centra en la Real Orden de Caballeros de María Pita, que tras cursar invitación asistimos al acto de la incorporación de nuevos Caballeros de la Orden, investidos en la Orden Tercera, en lo que fue en la época de Carlos I de España y V de Alemania (de lo que sólo se conserva el torreón) el lugar de reunión de las Cortes españolas de aquel momento y que era considerado el único hotel de cinco estrellas que alojó, nada más y nada menos que al nieto de los Reyes Católicos y nieto de Maximiliano de Austria, que fue nuestro Rey y Emperador del Sacro Imperio Romano Carlos I y V, el Austria de los Habsburgo, tal vez casi sin dudarlo, el mejor rey que tuvo y tendrá la nación española, que en otro momento con él fue elevada a Imperio.


En el Castillo de San Antón se celebró uno de los actos entrañables que después continuó en la Orden Tercera de la Ciudad Vieja, en el acto ya dicho de investir a los nuevos caballeros, tras lo cual fuimos a María Pita en cuya plaza nuestro entrañable historiador Gorrochategui disertó sobre el acto que nos ocupaba, pasando a continuación al hotel Tryp María Pita en donde con gran eficacia, orden, pulcritud y puntualidad el inestimable Gran Maestre de la Orden doctor Don José Jose Duarte Novo nos recibió a todos los participantes en los actos con un vino de encuentro, unos deliciosos entremeses que podéis observar en las fotos y una espléndida presentación de las mesas nombradas con motivos históricos coruñeses, en donde fuimos atendidos por un elenco excelente de hostelería, degustando un primer plato de crema de calabaza con crujiente de calabaza pipas y queso feta, y un segundo plato de lomo de bacalao con pisto manchego y toque picante, para los que escogimos pescado, y carne para los que escogieron otro plato diferente, con un postre delicioso a base de tarta de Santiago con helado.
Cabe decir que el Maestre de la Orden, el estupendo galeno urólogo, gran organizador del acto y mejor persona, doctor Duarte hizo entrega de una serie de detalles, por la gran colaboración para con la Orden, de diferentes personas y estamentos, entre ellos al Museo Militar porque tiene a bien acoger todos los actos de deliberación y encuentro de miembros de la Orden en sus magníficas instalaciones, por lo que le fue entregado un presente al coronel Montero, que junto con el doctor Duarte en breve cesarán en sus cargos después de haber desarrollado una impresionante magnífica labor, ambos los dos, al frente de sus respectivos cargos institucionales que han representado y desarrollado con exquisita excelencia.

El vino español «de encuentro» en el hotel de lujo y la comida de los Caballeros, de no menos lujo, resultó como siempre un éxito, momentos ameniza dos en los actos previos que se desarrollaron en el Castillo de San Antón, en la Orden Tercera, y en la plaza María Pita por un entusiasta quinteto de viento metal que interpretó diferentes himnos y sones, y dio relevo en los postres que cogió la batuta nuestra soprano de cabecera Lis Guadalupe Teuntor Dominguez que igual que en el acto de investidura, aquí a los postres, entonó brindis y el maravilloso himno de María Pita que cantó sus versos:
«Por el horizonte avanza una ESCUADRA, barcos enemigos en férrea formación, suenan cornetas, repican campanas ¡a las murallas a repeler la invasión! los cañones escupen metralla…» como observarás, estimado lector, la historia, la guerra, la cultura, la música, la gastronomía, la bonhomía, el valor, la unión, la Artillería militar, el sincero compañerismo inundan estas maravillosas reuniones de eruditos de la historia que marcan el devenir de una ciudad libre, marítima preciosa que es La Coruña de toda la vida.

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