Reportaje CULTURAL y literario sobre la reedición del libro AL OTRO LADO DE LA NIEBLA (2005 Juan Luis Arsuaga) cerrando así con este acto el XIX ENCUENTRO CON ESCRITORES (La creación literaria y sus escritores) del curso 2023-2024 en el Paraninfo de la Universidad Nacional de Educación a Distancia UNED, con la presencia y disertación del autor, Arsuaga, profesor y paleontólogo, doctor en Ciencias Biológicas y catedrático de Paleontología por la Universidad Complutense de Madrid, director del Centro de Evolución y Comportamiento Humano, colaborador con el departamento de Antropología del University College of London, publicante en la revistas Nature, Science Nacional Academy of Sciences de EEUU, miembro del equipo de investigación de los yacimientos pleistocenos de la sierra de Atapuerca, Ibeas de Juarros, Burgos, España, galardonado con diferentes premios y fundador de la Fundación Atapuerca.
«Para Carlos Brea, un libro de un mundo perdido y añorado. Juan Luis Arsuaga«. Así reza la dedicatoria que firmó el científico en mi libro «Galicia: Celtia versus Gallaecia», que le puse a la firma con la intención de tener la signatura de un gran personaje en un libro de mi autoría. Ya sé que es una osadía ponerle a la firma a un escritor el libro de otro escritor, pero no pude sustraerme al encanto de poseer un libro -por mí escrito- con una dedicatoria de tal eminencia y personalidad indiscutible en el mundo de nuestros antepasados.
-¿De qué trata tu libro?, me preguntó Juan Luis.
-De nuestros antepasados ancestrales, del megalitismo gallego, de la civilización castreña de los castros de Cociñadoiro (totalmente arrasado por Obras del Puerto de La Coruña), del Castro de Elviña y de la ruta megalítica de nuestra Costa de la Muerte gallega…
Pero esto sucedió al final de la amenísima conferencia de tan grande descubridor del Homo Antecessor, y muchas otros maravillas de nuestros antepasados tan bien descritas «Al otro lado de la niebla», su reedición de 2024. Reedité este libro, entre otros muchos que escribí porque se tiraron muy pocos ejemplares en 2005, agotándose al instante, y muchos lectores me demandaban muchos más. Héte aquí el motivo, lector.
Comenzaré este reportaje, pues, por el principio del acto. Como ya escribí, se desarrolló en la UNED, una universidad muy diferente en la que este que subscribe comenzó sus estudios de Derecho, que no sólo se daban presencialmente, sino que a través de Radio Nacional Exterior de España se formaban jóvenes sitos en nuestras colonias de Guinea Española, Sidi Ifni, Sáhara Español, Rio de Oro, Protectorado de España en Marruecos, Río Muni, Filipinas y América. Este reportaje será más extenso que mis habituales crónicas, por la importancia del tema -la evolución del ser humano- y por la categoría del disertante, Arsuaga.
Juan Luis hizo acto de presencia en el Paraninfo de la Universidad acompañado de sus dos introductores: Javier Seoane y Javier Pintor, que fueron los actores junto con el conferenciante y presidieron el estrado, sencillo con un gran faldoncillo, que rezaba: «encuentros con escritores». El gran salón del Paraninfo fue inmediatamente ocupado en todo su aforo. Los oyentes fueron mayormente maestros, profesores, literatos, amantes de la lectura, interesados en EL HOMBRE Y LA TIERRA parafraseando al mejor comunicador sobre la Naturaleza y el Hombre, el dentista Dr. Félix Rodríguez de la Fuente. Después de las formalidades de presentación se arrancó a hablar Arsuaga mentando la REENCARNACIÓN, en la que dijo no creer, lógicamente. Os tengo que contar una anécdota, nos dijo, que trata sobre la tortilla de patata. Quise introducir en el libro, que entre la alimentación del Australopithecus se encontraban los huevos y la patata, la tortilla, pero desistí al negármelo, con razón la Editorial, toda vez que la patata es americana y llegó después de 1492. Un día en Madrid fui a comer a un restaurante especializado en tortilla española y me dieron una seca, en mazacote, insípida y sin su color tradicional casero. No me gustó nada. En otra ocasión, en una cena en ub bar madrileño de un gallego me dieron la «tortilla al estilo de Betanzos» y ahí como si se tratará de Quo Vadis y una caída del caballo tuve LA REENCARNACIÓN de mis sentidos organolépticos. Fue mi particular Epifanía. Por eso accedí a los javieres a su invitación a este acto: porque me entusiasma esta tortilla jugosa, poco cuajada, con la patata muy frita, crujiente. No pude, sin embargo, introducir el anacronismo de la patata de 1492 en mi libro, pero al leer el mejor libro de realismo mágico de Cunqueiro «Merlin y su familia» (que es mejor que Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez) noté mi querencia por la tortilla y La Coruña. Y aquí me tenéis.
Hago una simbiosis entre la artística tortilla de la lareira al fuego la tixola cuajando el huevo, y la hoguera en la caverna asando mientras nuestros antepasados pintaban maravillosos uros, mamuts, ciervos, dientes de sable, mamíferos, aves y signos en escenas de caza. Dos artes, con la conclusión de que «en el arte no hay perfección». Ahí vemos la magia de una novela, que va a un mundo que no piensa como nosotros; es una novela histórica, que que si se redacta con el pensamiento del humano actual está condenada al fracaso… no podemos escribir lo que sucedió en la Prehistoria pensando como los seres actuales, o sea el Homo Sapiens Sapiens, porque es una similitud anacrónica como cuando se escribió la Biblia redactada con muchísima posterioridad ¡en la Edad del Bronce!, la novela prehistórica es imposible de escribir porque tiene un pensamiento mágico, un pensamiento primitivo, un mundo mental prehistórico que no volverá (dedicatoria en mi libro, Juan Luis es coherente) donde no hay opuestos como hoy en día. Hoy sabemos que hay día y noche, noche y día, vivo y muerto, humano y animal, pero el pensamiento de hoy es de un adulto, cuando los primitivos tenían pensamientos que hoy sólo los tienen los niños; por ejemplo, un niño cree que (en los dibujos animados) un perro puede hablar perfectamente, se lo cree, pues lo mismo pensaba el primitivo hombre cuando veía otro animal, pensaba que le hablaba, que le transmitía su vivencia… en un libro tiene que haber algo que tenga latido «que lata», que se represente en el libro. Las novelas prehistóricas priman lo mágico al tener un NÚCLEO CONECTADO donde todo se desarrolla sin interrupción de la vida y la muerte. En la novela actual se rompe el tiempo y se desconecta, eso es antinatural. Hay que respetar los tiempos de la Naturaleza para no crear EL CAOS, cosa que se está haciendo en la actualidad. Un ejemplo de ello es el supuesto cambio climático antropogenico, o sea, una novela mágica en la que un mundo humano extrae petróleo formado hace 300 millones de años que se quema y contamina produciendo cambio, caos. No es posible. Es como si una hormiga succiona el agua de un pantano, con su actuación no cambiará nada, la hormiga seguirá su vida y el pantano también; el homo sapiens sapiens es una de las ínfimas partes que ni llega a ser una célula de la corteza terrestre en cruel comparación. También las pobres vacas son la causantes de ese supuesto caos. Menos mal que no son conscientes del pecado adjudicado por el SAPIENS.
Arsuaga es un vasco del Goyerri, como sus padres. En su vida campestre castellana burgalesa se dio cuenta de que existía una sociedad rural que hablaba un castellano que no es el idioma español. Lo mismo pasó con el gallego y con el vascuence, y tal vez con el catalán. Juan Luis experimentó con las personas campesinas una lengua primitiva local pegada al terreno, que es el castellano medieval que todavía se usaba en los años anteriores a los 50. En España se relacionó una supervivencia en la Historia que se basa en la toponimia, que es el índice de antigüedad de un habla, y puso el ejemplo de la palabra LABAJO que significa un charco en tierras de pinares RESINEROS del pino pinaster y suelo de arena de la época de la glaciación, donde las mesetas españolas eran una pradera inmensa con lo que se puede relacionar con el habla antigua, ya que hoy la ciencia no puede expresar el idioma prehistórico en lenguas como el inglés, español o francés que se desarrollaron e influyeron negativamente a partir de 1960 en las personas que poblaban las aldeas, que ya será para siempre ya un mundo desconocido, toda vez que al entrar los tractores en los campos se produjo un éxodo en España con la mecanización del campo, qué pasó de ser un campo lleno de gente a otro despoblado, cambio que se produjo en tan solo 10 años y para siempre, y que conmovió a ese ser humano que hablaba sin prisa, que conversaba pausado, utilizando muchos matices, modus vivendi que ahora está desterrado, ya que cuando comienzas una conversación siempre hay alguien que te diga ¡que vayas al grano hablando!, cosa que antes de 1950 no pasaba, y se relaciona con el mensaje vital de la Prehistoria, en donde nuestros antepasados siempre están ocupados, conversando, nunca ociosos y sobre todo nunca estaban estresados. El momento perfecto para la felicidad es ése, para ello hay que estar siempre ocupado, no vegetativo, en lo que te gusta hacer, pero siempre sin estrés, y nunca hacerlo aislado de los demás. La protagonista de la Historia del hombre es la Naturaleza, que a veces es adversa en general, en la que no se parece nada la Antártida con el polo; en el polo viven los unuits, en la Antártida nadie; a nadie se le ocurre ir a vivir a los polos, ni a los hielos, porque el hombre mira la Naturaleza como una geografía sagrada de lo natural. Un lobo presencia la Luna y no reacciona ante su visión, no la admira, la ve pero no la observa; un hombre ve la Luna y trasciende la Naturaleza al detenerse en su contemplación de belleza u otra cosa. Esa es la diferencia entre los animales y algunos de nosotros, no todos.
El asunto del lenguaje preocupa a Arzuaga hasta tal punto de que añora los tiempos en que se conversaba y hace mención al nuevo lenguaje triste, con pobreza de vocabulario y que se resume en expresiones animalísticas; por ejemplo, cuando miran un valle o un sistema montañoso sólo dicen: la naturaleza qué bonita es, o cuando el tiempo influye sobre las personas del rural los que son urbanistas dicen hace un frío de la hostia… qué te parece esta tortilla y hablan como un perro y contestan ¡guau! ¿Qué te parece mi coche nuevo? ¡Guau, guay, guau! Juan Luis cree que se ha empobrecido la observación de la Naturaleza y de nuestro entorno y no vemos más allá de nuestras gafas.
Arsuaga nos pide que observemos la dignidad de la Naturaleza, de los ríos, de las montañas, de los valles, de los animales que de por sí son bellos.
¿Quién ha visto una gacela fea, quién ha visto un leopardo feo, pues la montaña tiene su dignidad… ¿Cuál es el cambio antropogénico real que no el fabulado CLIMÁTICO? pues es no poner teleférico en una montaña PRECIOSA, no instalar molinos de viento en unas lomas extraordinariamente bellas, es actuar con el pensamiento mágico de nuestros antepasados… no puedes cargarte todo que es lo supuestamente incivilizado; un bosque es digno, una montaña es digna, un rebaño de cabras es digno, una cueva con pintura rupestres es civilizada y merecen un respeto.
Arsuaga propugna mirar la «Naturaleza trascendida» y pone el ejemplo de lo que es el cambio que provoca el humano en un promotor de 84 años que mira para un bosque y sólo ve una obra de cemento y ladrillo con cables ¡ese es un ser que no ve la naturaleza trascendida y con ochenta y cuatro años muere destruyendo una naturaleza que merece un respeto! Los «civilizados» incivilizados no controlan sus pasiones, como sí lo hacían en la cueva de Altamira… La mayor contribución del siglo XX es que pensamos que el arte rupestre se hace en el interior de las cuevas escondidos y dentro los grabados rupestres eran vistos por nuestros predecesores homo como si dentro de una cueva hubiese un campo, unos valles, decorados con animales y pasiones naturales del ser humano que trasciende esta Naturaleza; sin embargo, los humanos de hoy no somos como nuestros antiguos antepasados con sus gruesos abrigos de pieles blancas para las celliscas, nevascas, nieblas de Galicia o de Normandía, cuerpos fardados con las capas de bisonte cruzadas. ¿Os los imagináis? Los humanos no somos bellos como las gacelas, como el león, como un águila, somos obesos, ojos, cegatos, calvos, encorvados, balbuceantes, anquilosados, porque no llevamos una vida activa como nuestros antepasados sino una vida sedentaria, pasiva y demasiado reflexiva; porque nuestros ancestros iban todos los días al gimnasio natural, hacían mil sentadillas, quinientos abdominales, dos mil flexiones, cada dos por tres hacían halterofilia, estiramientos, incluso andaban, nosotros hacemos un rato en el gimnasio al que llegamos con prisa y salimos más estresados aún y no somos como ellos, atletas naturales; los animales son bellos, todos tienen la belleza de la funcionalidad, que es una cuestión primordial que no existe en el urbanita actual… su funcionalidad es trabajar encerrado, aislado, en un entorno hostil, en edificios de oficinas que son grilleras o en parques industriales que contaminan el cuerpo y la mente… no hay trascendencia natural en su día a día, porque así lo han decidido, privándose voluntariamente de la trascendencia de observar la Naturaleza.
El amor romántico lo cantaron los trovadores no hace mucho tiempo, a partir de los amoríos entre Ricardo Corazón de León y Leonor de Aquitania
Si en la Antártida se encontrara un grabado en el hielo sería otro continente, lo mismo que sucedería si en Marte encontrásemos un vestigio que trasciende la Naturaleza sería otro planeta; la aportación del primer orden mundial no sigue el arte chamánico primitivo de belleza, sino que es algo ejecutado para que a primera vista todos lo vieran… Sigue contándonos nuestro amenísimo Arsuaga que el ser humano ancestral es bello, se siente guapo, se tatúa y hasta hace poco creíamos que solamente eran los maoríes, los tamaños, pero apareció el hombre de Otzi congelado intacto, tatuado y eso nos dice que se sentían guapos y coquetos, con un estado de ánimo óptimo, mejor que los hipocondríaco actuales modernos, un ánimo en el que siempre eran optimistas, se adoraban, se arreglaban, se cuidaban, no como ahora que intentan ser jóvenes de viejos, convirtiéndose el ser humano actual en una caricatura de sí mismo. Ellos se dedicaban a amarse con un amor físico intenso diario, no tenían más cosas que hacer en los momentos de asueto en las cavernas, se dedicaban a procrear y gozarse mutuamente de forma natural, sin amor actual, ya que el amor romántico lo cantaron los trovadores no hace mucho tiempo a partir de los amoríos entre Ricardo Corazón de León y Leonor de Aquitania, que fueron los inventores del amor ficticio, o sea el romántico, ¿qué pasaría si se hubieran casado Romeo y Julieta? López de Vega ya dice que quien lo prueba lo sabe… En la prehistoria no se ENAMORABAN, esa es la realidad. Otra de las cuestiones modernetas es lo de la alimentación kilómetro cero, cuando nuestros antepasados ya consumían la alimentación kilómetro cero, nada nuevo bajo el Sol, inventos de gente que se cree que lo inventa todo. En la Prehistoria, repito, dice Juan Luis, no había amor romántico sino que tenía una función simple de perpetuar la especie y para ello Arsuaga pone música a la vida de nuestros antepasados y dice que la banda musical de la novela del hombre primitivo tendría que ser «Also spratch Zaratustra», de Strauss ¡qué bien se ve en la obra de Kubrick, Odisea, con los australopitecos al amanecer de la vida; y la música del hombre evolucionado, que ya desapareció, sería la de «El último mohicano», en donde hay una primera parte de baile ancestral, otra parte épica y una de un arte cinematográfico rupestre de una novela que trata el tiempo en que fuimos príncipes, bellos ejemplares de la Naturaleza, hoy distorsionados por el consumismo vicioso .
En el yacimiento arqueológico de Atapuerca lo mejor está todavía por llegar
De todos modos, Juan Luis Arsuaga nos da un atisbo de esperanza cuando nos dice que lo importante es vivir conscientemente, o sea vivir deliberadamente, para saber vivir la vida, saber que estás viviendo y no vegetando, y que por su parte en el yacimiento arqueológico de Atapuerca lo mejor está todavía por llegar… y eso me recuerda que cada vez que voy por la carretera de Burgos paro en Ibea de Juarros y me acerco a la Gran Dolina, veo el yacimiento arqueológico de Atapuerca y siento el pálpito de mis antecesores que ya habitaban hace 800.000 años esa zona por la que pasa la carretera nacional ¡VOLVERÉ, me digo a mí mismo, y traeré otra piedrecita de recuerdo… y confirma lo escrito por Joseph Conrad, En el corazón de las tinieblas, que creíamos de todo lo que pasó era una aventura periclitada y resultó que era la vida misma… con esta frase termina Juan Luis su extraordinaria conferencia, todos le aplaudimos, y demuestra que es un gran comunicador excepcional. El motivo de redactar tanta crónica que elevo a reportaje es la relevancia de lo que dice un hombre sabio que escribió en su libro Al otro lado de la niebla, 2024, en la página 304, lo siguiente: … Y creen también por eso mismo que algún día vendrá alguien que recuperará nuestra historia y que cuando ya no haya renos, ni bisontes, ni mamuts, ni uros, ni caballos, ni cabras, ni leones en este territorio que ahora pisamos, alguien averiguará que lo han habitado y aunque los glaciares desaparezcan y el hielo del invierno se funda en las glaciaciones y deshielo naturales a medida que la Tierra va enfriando su núcleo y su superficie inexorablemente, en los días largos de los soles altos vendrá alguien que reconocerá en las rocas el correr del antiguo hielo, y esas personas especiales que existirán dentro de incontables generaciones y que reconocerán nuestra historia en las señales que permanecerán sin duda serán Soñadores como nosotros, el mismo tipo de Soñadores, aunque los llamen de otra manera, serán personas diferentes como tú y yo, que se harán preguntas acerca de lo que no es visible, de lo que está oculto y descubrirán los secretos de la Naturaleza.»
Debido a que una novela prehistórica es imposible de escribir porque el que como yo toma pluma y tinta en el SIGLO XXI no se puede poner en el lugar de un hombre de las cavernas de todos modos surgen el pensamiento mágico primitivo intentando que no haya opuestos que hemos inventado ahora como día y noche sino elementos complementarios y que se suceden como el día y la noche desde los tiempos de las nieblas.
Al finalizar la conferencia hubo la clásica firma de libros, por lo que me acerqué junto al científico Arsuaga solicitándole me firmara el libro que anteriormente describí, y como era en un estrado alto que veía en las fotos, había unas escaleras para bajar…
-¡Con precaución!, me dijo, ¡cuidado al bajar!
-Gracias, le dije… Y mirándome los zapatos donde probablemente vio a uno de los seres más antiguos que pueblan nuestro Planeta Tierra -un cocodrilo- me dijo:
-Me gustan mucho tus zapatos…, y yo le contesté:
¡Si quieres, Juan Luis, te los regalo.
Carlos Ramón Brea Eiroa, escritor, cronista, reportero, divulgador y observador de la sociedad y la naturaleza.