El otoño de la vida… Por Miguel Abreu

por Miguel Abreu

Muchos rara vez reflexionan sobre el otoño de la vida, lo que puede resultar en desafíos futuros que se intensifican con el paso del tiempo, y que pueden ser origen de diversas limitaciones que se vivirán, o de diferentes problemas con los que habrá que lidiar en un futuro cada vez más cercano con el acelerarse del tiempo. Discernir a tiempo permite planificar la parte que nos corresponde de la vida por vivir. No se trata de sufrir por anticipado, todo lo contrario. Se trata de evitar sufrimientos adicionales para los cuales, con gran probabilidad, estaremos frágiles a la hora de afrontarlos.

Tener la consciencia de que mi vejez será vivida de una manera diferente a la de mis padres, aún más distinta de la de mis abuelos o de antepasados más lejanos, es un primer paso para poder preparar un futuro más esperanzador. Por supuesto, la vejez que nos tocará vivir está condicionada por diversos factores, como la unicidad de cada persona, que la hace única e irrepetible. Existen también, entre otros, factores familiares, profesionales y económico-financieros, así como relaciones personales y de amistad, o condiciones sociales y gubernamentales. Cuestionar cada uno de estos aspectos puede, en función de determinadas circunstancias, causar dolor, tristeza o incluso alegría. Vivir la vejez no debe pensarse de forma egoísta, ya que hacerlo incrementa la probabilidad de vivirla completamente solo. Por esta razón, es conveniente mirar el presente con una mirada hacia el futuro.

En lo que respecta a la soledad, que será probablemente uno de los mayores miedos y realidades durante el otoño de la vida, probablemente merezca dedicarle un tiempo de reflexión. Si bien la persona necesita vivir momentos de soledad, es decir, tener tiempo de calidad consigo misma, la soledad prolongada también es la causa de muerte de muchos, que aun permaneciendo con vida, parecen seres que ya han sucumbido. La soledad parece ser una condición inevitable, y hasta cierto punto puede que lo sea. Sin embargo, si se dejan atrás miedos infundados, si de alguna manera se abandona el sentimiento de posesión, es decir, si la persona se dispone a empezar una nueva vida —pues esta es la realidad de los hechos—, podrá descubrir algo hermoso y profundo que le permitirá vivir un otoño con un perfume vivificante. Tal vez el futuro pase por un nuevo modelo de vida, donde se formen pequeñas comunidades en las que sus miembros se ayuden y cuiden mutuamente. Pero para que eso suceda, es necesario que sea una cuestión meditada, para que sea posible planificarlo e implementarlo. Esto lleva tiempo, no porque la construcción de infraestructuras sea un proceso largo, sino porque el núcleo de la cuestión radica en las relaciones interpersonales, y eso implica a la humanidad.

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