La UE no ha estado a la altura de sus responsabilidades en relación con la desproporcionada reacción del Gobierno israelita ante el ataque del grupo terrorista Hamas del 7 de octubre de 2024. Ante las discrepancias surgidas en su seno sobre la actitud a adoptar en relación con los crímenes cometidos por Israel, optó por la fácil y cobarde postura de no hacer nada, pese al compromiso asumido en el Acuerdo de Asociación con Israel de que sus relaciones se fundarían en el respeto de los derechos humanos y de los principios democráticos.
Comisión por parte de Israel de crímenes de lesa humanidad en Gaza
El punto clave en la falta de reacción de la UE ante las reiteradas violaciones del Derecho Internacional Humanitario por parte de Israel radica en el síndrome de la mala conciencia histórica de Alemania y de Europa con el pueblo judío, que ha hecho que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, adoptara una actitud pro-israelita y de falta de empatía hacia los palestinos, por lo que la Comisión no ha movido hasta ahora un dedo para evitar la masacre de los gazatíes.
Para Martínez Bascuñana -en su artículo ”Von der Leyen y la banalidad del mal”, publicado en “El País”- el epicentro de la inversión moral de la UE a este respecto está en Alemania, “ayer faro de los valores europeos y hoy agarrada a la memoria del Holocausto como una camisa de fuerza moral, porque Europa también bebe de aquella identidad post-1945, construida para reparar nuestra vergüenza mediante el apoyo incondicional a Israel, que debería servir para prevenir genocidios futuros, pero que es el obstáculo principal para reconocerlos. Aplicar la ingeniería de la culpa a la política exterior limita nuestra capacidad de ver el horror cuando se repite”. Alemania y Europa no pueden reconocer el genocidio en Gaza, porque cuestionaría su modelo de ”reparación histórica”, de apoyo acrítico a Israel. “Es como si, para honrar a las víctimas del pasado, debiéramos ignorar las del presente. Es la sofisticación máxima de la banalidad del mal, encarnada hoy en la élite europea: no sentirse cómplice cuando bloquea -por acción o inacción- sanciones reales contra Israel [... ] Es así como hemos logrado la inversión moral perfecta: convertir la memoria del mayor crimen del siglo XX en el obstáculo principal para actuar contra los errores de hoy”.
Unos 1.650 antiguos embajadores y altos funcionarios europeos enviaron una carta abierta a la presidenta de la Comisión poniendo de manifiesto su “profunda decepción por el hecho de que, en respuesta a la cada vez más deteriorada situación en Gaza, la UE no haya adoptado medidas sustanciales para presionar a Israel para que ponga fin a esta guerra brutal, reanude la vital asistencia humanitaria y desmantele su ocupación ilegal tanto de Gaza como de Cisjordania”, einstándola a que la Unión adoptara medidas inmediatas contra Israel para prevenir la catástrofe. La presidenta de la Comisión no solo ignoró esta razonable petición, sino que amenazó a los signatarios con sanciones “porque los funcionarios no pueden ser activistas políticos”. Como ha observado Martínez-Bascuñana, asistimos a una inversión conceptual que revela el vaciamiento moral de las instituciones europeas y Gaza es el test definitivo de sus valores. La rebelión de los firmantes no surge de una pasión política sino de su competencia profesional. Si aplicar el Derecho Internacional era activismo político ¿significaba que la política oficial de la UE consistiría en violarlo? Si denunciar genocidios era politización ¿la despolitización consistía hacerse cómplices de un genocidio? Era una lógica perversa, pues suponía que los funcionarios deberían limitarse a ser burócratas obedientes, y solo realizar las políticas de la Comisión, aunque contradijeran los valores europeos, en una Europa zombie técnicamente viva, pero moralmente muerta.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se autoerigió en el adalid de las críticas a Israel y, ya 2024, España e Irlanda solicitaron una revisión urgente del Acuerdo de Asociación con Israel, pero los ministros de Asuntos Exteriores no tomaron ninguna decisión, ante la oposición de Alemania, Italia y Hungría, y se limitaron a hacer a Israel un llamamiento retórico para que aceptara un alto el fuego, permitiera la entrada sin obstáculos de la ayuda humanitaria, y respetara el Derecho Internacional Humanitario. Ni siquiera aceptaron la modesta propuesta de la Comisión de prohibir a las empresas israelitas el acceso a los Fondos Europeos para la Investigación.
Tras haber llegado a un inconcreto acuerdo con Israel para que su Gobierno permitiera un aumento sustancial en la ayuda humanitaria a Gaza, la comisaría para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, afirmó que veía “señales positivas” por parte de Israel, en contra de la evidencia y del informe el Servicio Exterior Europeo, de que el Gobierno israelita estaba incumpliendo el Acuerdo de Asociación y aplicando un castigo colectivo al pueblo palestino con el bloqueo de su acceso al agua, a los alimentos y a los servicios más básicos. Josep Borrell criticó duramente a su sucesora por haber dicho a los Estados miembros: “Estas son las distintas cosas que podríamos hacer. Díganme Ustedes cuáles quieren poner en marcha, y la respuesta ha sido: ninguna, no queremos hacer nada. Eso es lo que ha decidido Europa”, y ha concluido con amargura: “Europa ha perdido su alma en Gaza”. Según Borrell, los dirigentes de la UE tenían la obligación jurídica de suspender el Acuerdo, pero la Unión y la mayoría de los Estados miembros se han negado a hacerlo y no han utilizado los medios de presión que tienen a su disposición para influir de manera significativa en la actitud del Gobierno israelita. “La UE y sus Estados miembros deben decidirse por fin a sancionar sin más demora a Israel. Es el único lenguaje que puede llevar a los dirigentes israelíes a poner fin a sus crímenes contra la humanidad, ha dicho Borrell en su artículo “!Dejemos de ser cómplices del genocidio en Gaza!”. Como ha manifestado el primer ministro sueco, Ulf Cristersson, “la situación en Gaza es absolutamente deplorable e Israel no está cumpliendo con sus obligaciones básicas, ni con los compromisos acordados respecto a la ayuda humanitaria”. Kallas, sin embargo, comentó que Israel había hecho progresos para mejorar la situación humanitaria en Gaza (¿?).
Cuando la vicepresidenta Teresa Ribera calificó de genocidio la actuación de Israel en Gaza, fue desmentida por un portavoz de la Comisión, con el argumento de que se trataba de una calificación jurídica que dependía de los tribunales. Tras la conclusión de la Comisión de Investigación de la ONU de que Israel estaba cometiendo actos de genocidio en Gaza, el portavoz ha repetido su consigna: “Determinar si se han cometido o no crímenes internacionales, incluido el genocidio, es competencia de los tribunales nacionales y cortes internacionales que puedan tener jurisdicción”. Esta afirmación no me parece acertada. La calificación de una acción como genocida es efectivamente un acto jurídico que corresponde a los Tribunales ante los que se haya planteado la cuestión, en este caso el Tribunal Internacional de Justicia. El Fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, propuso dictar una orden de detención internacional contra Netanyahu y Gallant, no por genocidio, sino por crímenes de guerra y de lesa humanidad, y el 20 de noviembre de 2024 la CPI aceptó la propuesta y expidió la correspondiente orden. Pero el genocidio es también un acto político que puede ser calificado, por la UE, la ONU o los Estados. Así lo hicieron varios Estados miembros de la Unión -Alemania, Francia, Dinamarca y Países Bajos-, cuando presentaron ante el TIJ una Declaración Conjunta de Intervención, en la que definieron lo que consideraban un genocidio en relación con los ataque del Gobierno de Myanmar a la minoría rohingya.
Sánchez hizo una solemne declaración institucional en la que declaró oficialmente que las acciones de Israel en Gaza constituían un genocidio y anunció la adopción urgente de medidas sancionadoras contra el agresor. En septiembre declaró al “Manchester Guardian” que los ataques de Israel contra Palestina formaban parte de los episodios más oscuros de las relaciones internacionales en el siglo XXI. La postura de la UE sobre el tema había sido un fracaso porque sus miembros están divididos. “Esto es inaceptable y no podemos aguantar más, si queremos aumentar nuestra credibilidad en otras crisis, como la que enfrentamos en Ucrania”, y se preguntaba ¿por qué aplica la Unión un doble rasero con respecto a Ucrania y con respecto a Gaza?”. Señaló que estaba presionando a la UE para que hiciera más a fin de terminar con la guerra de Gaza, incluido el castigo financiero a Israel. La RTVE -es decir, Sánchez- ha comunicado a la Unión Europea de Radiodifusión que España no participará en el próximo certamen de Eurovisión si en él participa un representante israelita. Kallas ha criticado esta decisión y afirmado que “todas las medidas que van en la dirección de castigar al pueblo israelí, creo que son erróneas y no las proponemos”.
Ante las críticas recibidas por la inacción de la Unión, von der Leyen ha endurecido ligeramente su posición y, en su discurso sobre el estado de la UE, afirmó que lo que estaba sucediendo en Gaza había sacudido la conciencia del mundo y que la hambruna provocada por el hombre nunca podía ser un arma de guerra. “Por el bien de los niños y de la humanidad, esto debe parar”. La presidenta de la Comisión propuso una suspensión parcial del Acuerdo de Asociación. Entre las medidas acordadas, hay unas que son competencia de la Comisión y otras que requieren la aprobación del Consejo Europeo. Entre las primeras, figura la suprensión de ayudas directas a Israel -que ascienden a €14 millones anuales- y, entre las segundas, el aumento de los aranceles sobre el 37% de las exportaciones israelitas por un importe de unos €227 millones, que es una insignificancia si se tiene en cuenta que dichas exportaciones ascienden a €15.900 millones y los aranceles solo suponen el 1.5% del volumen total del comercio. Para la Comisión, la medida tiene un significado político importante y resulta muy relevant, pero no hay siquiera garantía de que resulte aprobada, porque para ello se requiere una mayoría cualificada en la que se encuentre el 55% de los Estados miembros que representen el 65% de la población de la Unión. También se ha prohibido el acceso al espacio europeo de los halcones ministros de Hacienda, Bezalel Smotrich, y de Seguridad Nacional, Itamar ben-Gmir, así como de los colonos violentos. Esta propuesta resulta aún más improbable que se apruebe, dado que se requiere la unanimidad de los Estados. Kallas ha dicho que el objetivo de las medidas era mejorar la situación humanitaria en Gaza, al intentar presionar al Gobierno israelita para que cambie de rumbo y ponga fin al sufrimiento humano en la franja, lo que me parece un deseo piadoso, porque, con tales medidas, Netanyahu no va a mover a ni una ceja y en modo alguno va a cambiar sus planes de ocupar toda Gaza y expulsar a sus habitantes.
Sánchez utiliza la crisis de Gaza para fines domésticos
Como ha editorializado ”El Mundo”, Sánchez ha convertido la crítica de la indefendible matanza de Israel sobre Gaza en la forma de recuperar la iniciativa política de su Gobierno, monopolizando la conversación pública en torno a un marco binario: O se denuncia a Netanyahu como genocida o se es cómplice de las muertes de inocentes que está llevando a cabo Israel. Está explotando con un oportunismo indisimulado el grave conflicto de Palestina con el fin de cohesionar emocionalmente a la izquierda en España y desviar el foco público sobre los escándalos vinculados a su familia ya sus más cercanos colaboradores. Nadie con dos dedos de frente defiende a Netanyahu, ni la ofensiva criminal que se ha cobrado la vida de miles de vidas. En España hay prácticamente un consenso sobre Gaza, especialmente entre los dos principales partidos del país, pero -como ha señalado David Mejía en su artículo “¿Por qué Sánchez rehúye el consenso sobre Gaza?, publicado en dicho periódico-, el presidente del Gobierno, en vez de liderar a partir de ese consenso, ha preferido subir la apuesta, vigorizar el lenguaje y provocar la fractura con la oposición. Abre esta brecha deliberadamente para evitar que un asunto en el que existe una amplia coincidencia con el PP, le dificulte sacarle partido electoral, porque, para rentabilizar políticamente una causa, se necesita confrontación. Las protestas alentadas por el Gobierno que boicotearon la última etapa de la Vuelta lo reafirman. Los efectos no se sintieron en Gaza, pero no importaba, ya que el objetivo no era ayudar a los palestinos, sino descalificar moralmente a su adversario local. El Gobierno convirtió a una minoría televisada en la voz del pueblo. Siempre es más fácil fabricar consensos en televisión que trabajarlos en el Parlamento. “Ante un rechazo moral compartido, Sánchez ha preferido levantar un nuevo muro y convertir el asunto en una prueba binaria de pureza moral: di genocidio, expulsa a Israel y aplaude el boicot de la Vuelta, o serás cómplice. Una estrategia útil para apiñar a la coalición y dinamizar las bases socialistas, todavía aturdidas por las golfadas familiares y los escándalos de corrupción. Sánchez persigue que el electorado deje de verle como el compañero del Peugeot de Ábalos, Koldo y Cerdán, y empiece a admirarlo como el líder valiente que plantó cara a Netanyahu. Y por ahora, no le está saliendo mal”.
La causa palestina es un asunto en el que Sánchez se siente cómodo y le permite conectar con sus socios de gobernabilidad y poner sobre la mesa un asunto que desplaza a otros, mientras recobra perfil internacional. Dicha causa le permite asimismo centrar el debate en España en esta cuestión y quitar el foco de otras cuestiones más incómodas, como los asuntos judiciales pendientes. Crecido como está, hasta se ha atrevido a citar la soga en casa del ahorcado. “Hay un genocidio, y ellos están hablando de prostitución”. Según Emilia Landaluce, lo que diga Sánchez sobre Gaza importa poco a quienes pueden hacer algo para influir sobre Israel. Su declaración es tan solo una forma de erigirse en el primer enemigo de Netanyahu y de Trump. Lo de la Vuelta ha sido una buena foto que han replicado los medios internacionales. Lo siguiente fue la petición de excluir a Israel de Eurovisión para que Netanyahu lo señalara como su enemigo ¿Será lo próximo excluir a los deportistas israelitas de las competiciones europeas e internacionales? No creo que se atreva, sobre todo en el fútbol, porque no se juega con las cosas de comer, aunque sería lo normal siguiendo su lógica de que un Estado terrorista no puede estar representado en este tipo de competiciones. Cuatro días después de la invasión de Ucrania, el Comité Olímpico Internacional recomendó a las Federaciones Internacionales que expulsaran de sus competiciones a los rusos por haber violado la Carta Olímpica, pero con Israel se ha negado a hacerlo tras la invasión de Gaza, adoptando un doble rasero de difícil comprensión. Para Rafael Moyano el poder del deporte para defender los derechos humanos es lícito, pero poner en riesgo a los deportistas recurriendo al uso de la violencia no es la mejor idea y, alentarlo y justificarlo desde un Gobierno, resulta delirante.
Jorge Bustos se ha preguntado con ironía ¿qué sentimiento debe abrigar hoy un buen ciudadano hacia los judíos, si no quiere ser cómplice del exterminio? Sánchez ha lamentado que España no posea bombas nucleares para detener a Israel, pero al menos contribuyó a suspender la Vuelta, que era un escaparate del sionismo. “El presidente hace lo que puede y ¿usted que piensa hacer?
Manoseo interesado del genocidio
Sánchez ha conseguido con habilidad que la cuestión del genocidio ocupe el centro del debate en España, dejando en un segundo plano cuestiones de indiscutible interés -salvo para el Gobierno-, como la corrupción, el nepotismo, los abusos del poder, la escasez de vivienda, la inmigración ilegal o los chantajes del independentismo. Es un debate artificial y forzado, en el que prevalece el nominalismo, la obsesión por las calificaciones y las denominaciones. Lo que podría ser una discusión académica entre juristas ha sido convertido por políticos oportunistas como Sánchez en una cuestión central para la opinión pública mundial. Que la conducta criminal de Israel con su agresión a Gaza y el exterminio de sus habitantes sea calificada o no de genocidio es hasta cierto punto irrelevante. Sudáfrica ha demandado a Israel ante el TIJ por la comisión de un delito de genocidio y, aunque el Tribunal eventualmente decidiera que no lo ha cometido, ello no evitaría la necesaria condena de este país por delitos sumamente graves, como crímenes de guerra o de lesa humanidad, asesinatos en masa, traslado forzoso de poblaciones, y grave violación de las normas de Derecho Internacional y, en particular, de las Convenciones de Ginebra sobre conflictos armados y del Derecho Humanitario general. La CPI ya ha dictado una orden internacional de detención contra Netanyahu y el exjefe del Ejército Gallant, pese a que Israel no reconozca la jurisdicción de este Tribunal. Igual le pasó a Slovodan Milosevich, y acabó siendo juzgado en la Haya.
Entrando en el debate jurídico sobre la tipificación de lo que es o no genocidio, y sobre si Israel ha cometido este delito en su agresión a Gaza, el TIJ no ha dictado aun sentencia, pero numerosos juristas e instituciones han estimado motivadamente que sí lo ha cometido. El punto central es la interpretación que se dé a la definición que de este delito hace la Convención de 1948 para la represión del genocidio: las matanzas, lesiones y atrocidades perpetradas tienen que ser hzechas “con el fin de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal” (artículo II). Se pone el énfasis en la “intencionalidad” del perpetrador del supuesto delito.
- El historiador israelita Omer Bartov estimaba en 2023 que las actuaciones de
- Israel en Gaza eran crímenes de guerra y de lesa humanidad, pero no actos de
- genocidio, pero -tras los últimos acontecimientos- ha cambiado de opinión “Soy un
- historiador del genocidio y reconozco uno cuando lo veo”. Como Bartov, yo también
- creía que los crímenes de lesa humanidad que ha cometido y sigue cometiendo Israel en
- Gaza no eran actos de genocidio, porque les faltaba el elemento definitorio fundamental
- de que esas atrocidades fueran perpetradas con el fin de destruir, total o parcialmente, a
- un grupo como tal. Sin embargo, tras ser testigo de los bombardeos indiscriminados de
- hospitales y viviendas, del ensañamiento con mujeres y niños, de los caprichosos
- desplazamientos forzados en medio de las bombas, de los campos de concentración en
- Rafah o Al-Mawasi, de la intención de expulsar de la franja a todos los gazatíes, de la
- prohibición a la entrada de ayuda humanitaria, de los ametrallamientos de las colas de
- famélicos ciudadanos en los puntos de suministro de alimentos, del uso del hambre
- como arma de guerra y de la orden de Netanyahu al millón de palestinos que habitan en
- Ciudad de Gaza de que evacuen la villa de inmediato, sin tener un lugar seguro a donde
- ir, he llegado -como Bartov- a replantearme esa opinión. ¿No hay pruebas más que
- suficientes de que el Gobierno israelita pretende destruir, al menos parcialmente, al
- pueblo palestino? Como ha señalado el dirigente de “Human Rights Watch”, Omar
- Shakkr, limitar o eliminar el acceso al agua, a la comida, a la electricidad o a otros
- bienes necesarios para la supervivencia implica la intención de exterminar a la
- población gazatí y constituyen actos genocidas. Resulta evidente que, sean o no
- genocidio, Israel ha cometido y sigue cometiendo en Gaza innumerables delitos de lesa
- humanidad, por lo que sus dirigentes merecen ser juzgados y condenados.
- El agente de Israel ante el TIJ en el caso por genocidio planteado por Sudáfrica
- manifestó que el compromiso de su país con el “nunca más del Holocausto” le
- impedía cometer un genocidio, pero hay muchos que no están de acuerdo con
- semejante aserto. Para el historiador palestino Salman Abu Sitta, la
- Historia nunca ha visto tanta barbarie como en Gaza. El mundo lo sabe porque puede
- ver cada, día los actos de genocidio, pero guarda silencio. Dos prestigiosas ONG
- israelitas han acusado a su Gobierno de cometer genocidio en Gaza. Un Informe de
- B’Tselem ha descrito la aterradora evolución del trato dispensado a los palestinos hasta
- llegar a su aniquilación, y afirmado que, desde hace dos años, Israel ha estado
- cometiendo un genocidio en Gaza. A su vez, el documento “La destrucción de las
- condiciones de vida. Un análisis sanitario del genocidio de Gaza”, elaborado por
- Médicos por los Derechos Humanos se centra en la destrucción del sistema sanitario en
- la franja y en los ataques dirigidos contra los hospitales, que “forman parte de una
- política deliberada dirigida contra los palestinos como grupo”.
Daniel Feierstein, director del Centro de Estudios sobre el Genocidio, ha afirmado que el genocidio del pueblo palestino se encuentra ante nuestros ojos con el despliegue más desgarrador de una etapa de exterminio, tal como ocurrió en los guetos judíos. El anestesista español, Raúl Incertis -que ha trabajado como voluntario en dos hospitales de Gaza- ha presentado un Informe sobrecogedor. “No soy quién para decir si en Gaza hay o no un genocidio, pero durante mi estancia allí perdí la cuenta de los niños heridos que llegaban solos al hospital porque su familia había muerto en un bombardeo”, niños mutilados, amputados, aplastados o quemados. ”Yo no puedo decir qué es y qué no es un genocidio, pero a partir de una fecha determinada, no parábamos de recibir a diario, e incluso varias veces al día, civiles con disparos en la cabeza y en el tórax. Eran personas que estaban haciendo cola para recibir ayuda humanitaria, y allí los soldados les habían disparado a matar”.
La Comisión Internacional de Investigación de la ONU sobre los Territorios Palestinos Ocupados ha estimado que Israel ha cometido 4 de los 5 supuestos de actividades genocidas previstas en la Convención de 1948: matar a palestinos, causar lesiones físicas y mentales graves, someterlos a condiciones de vida susceptibles de destruirlos total o parcialmente, e impedir la natalidad de los nativos. Su presidenta, Navi Pillay, ha afirmado que la Comunidad internacional no podía permanecer en silencio ante la campaña genocida de Israel, cuando habían surgido señales y pruebas claras de haberse producido un genocidio, por lo que la falta de acción para detenerlo equivalía a complicidad. Como ha observado el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lo que está ocurriendo en Gaza es una matanza masiva de civiles, con independencia del nombre que se le dé, lo que es moral, política y jurídicamente intolerable. Para mí Israel abusa de invocar el Holocausto con el fin de encubrir sus fechorías en Gaza. Con su genocidio, ha perdido su relato de víctima histórica para convertirse en verdugo. Resulta increíble que un Estado, cuyos ciudadanos sufrieron el horror del Holocausto, sea responsable de semejantes crímenes. Además de violar el Derecho Internacional y el Humanitario, el Israel de Netanyahu ha dado continuas muestras de pura inhumanidad.
Enviado por José Antonio Sierra