El ‘binge watching’ o maratón de visionado de series fue elegido por la BBC como uno de los términos del año 2021, no solamente por haberse convertido en un hábito saludable y beneficioso para nuestra salud que se ha instalado en la sociedad, sino como demostración del nuevo y predominante tipo de consumo de industria cultural
Todos aquellos que amamos el séptimo arte seríamos capaces de hacer un resumen de nuestra vida de una forma semejante al de la secuencia final que dejó para la eternidad Giuseppe Tornatore en su Cinema Paradiso. Recurrentemente señalada como paradigma de la cinefilia, lo cierto es que el siglo XX podría contarse cronológicamente con un libro de historia o un repaso anual por las temáticas, sensibilidades e historias contadas por los grandes maestros, pero también por los pequeños creadores.
Y es que no siempre la ficción responde como tal a su concepto académico de diccionario, sino que a través de conceptos como la distopía hemos aprendido a teorizar sobre nuestras inquietudes con una futuro imaginario, o simplemente dibujar nuestros miedos, certezas o teorías en escenarios que encajen en un término narrativo concreto. Además, el cine como fábrica de sueños e ilusiones, unido a la experiencia de sala, se puede decir que ayudaba a hacer mejor la vida de las personas. Y aún lo hace, por supuesto.
Pero el siglo XXI también podría empezar a contar su historia a través de las series, un fenómeno que ha llegado para instalarse. Si echamos la vista atrás veinte años, aproximadamente desde que media humanidad intentó desentrañar los secretos de Lost, podremos mirar a cada uno de los grandes éxitos y vincularlo a un año, a un momento, a una noticia que acompañaba las portadas de los diarios mientras las veíamos, y también a una determinada experiencia vital personal. De hecho, en muchos casos, cuando las noticias de esas portadas eran adversas, cuando incluso se nos negó pisar las calles y un virus apocalíptico trascendió cualquier relato de ficción para hacerse cruda realidad, ahí estuvieron las series para hacer nuestra vida mejor, dibujarnos una sonrisa y tener un tema recurrente del que hablar. Eso sí, sin contacto físico.
Las fechas de estreno de las series son ahora las nuevas fechas marcadas en el calendario de muchos de nosotros. Sabemos que nos hacen mejores, más felices, que sirven no solamente para entretener, sino también para educar a nuestros hijos, y que, como en el caso de su hermano el cine, nos hace más cultos. Por ende, mejores.
Se trata de una de las industrias de entretenimiento que más crece, por encima de otras artes que han dominado otras épocas. Sin embargo, superado el escepticismo y hasta cierto desprecio por parte de algunos erróneamente considerados puristas, convive ya con total normalidad en el espectro de arte. Lo hacen los protagonistas (directores, actores, guionistas o estudios), que muchas veces han encontrado en las series la fórmula más adecuada para desarrollar proyectos majestuosos que tenían aparcados, por la imposibilidad de comprimirlos en otro metraje diferente. Y también porque, según han confesado muchos, es donde han encontrado sus momentos de mayor disfrute.
Recientemente, la referencial BBC británica incluyó entre las palabras más importantes de 2021 el término ‘binge watching’, cuya traducción al castellano es el maratón de series. Se trata de un hábito instalado en nuestra sociedad, que según los psicólogos ayuda en muchos sentidos a hacernos mejores: libera dopamina de forma sencilla, es una actividad social, permite liberar y expresar sentimientos, ayuda a cambiar nuestras vidas, organiza mejor nuestro día a día y, lo que es más importante, influye de la mejor manera posible en nuestro estado de ánimo.