Leonor jurará la amnistía. Por Domingo Sanz

por Domingo Sanz

Mientras estaba escribiendo otras cosas no podía quitarme de la cabeza una disyuntiva que he resuelto concluyendo que si a Sánchez le pareció que 72 horas antes de lo de Leonor en el Congreso era el momento de anunciar la convocatoria de un «referéndum» en el PSOE al ritmo de la palabra «España» repetida como si estuviera ondeando la bandera, y también la de «amnistía», pues lo correcto era hacerlo primero ante los suyos, fue porque el malabarista en funciones pensó que tal coincidencia le reportará suculentos beneficios.

Por una parte, aparecerán al mismo tiempo, con fuerte impacto en los medios de comunicación y protagonizadas por él mismo y por Feijoo, pues el del PP sí acudirá a lo de Leonor, dos noticias opuestas, pero ambas sobre «asuntos de Estado» en una coyuntura tan inestable y confusa como la actual.

Con ello conseguirá que, para muchos de los millones de personas a las que la política les importa menos que su día a día, la amnistía aparezca inseparable e investida por cierta legitimidad al máximo nivel, pues la lógica simple dice que un presidente del Gobierno que está celebrando el futuro de la monarquía no puede hacer, al mismo tiempo, algo que contribuya a destruirla, como sería favorecer a los catalanes que quieren proclamar una república.

Después, si esa lógica no se cumple será otra pantalla para la que Sánchez inventará nuevas soluciones. ¿Alguien se atreve a dudarlo?

Por otra parte, está concediendo a los afiliados del PSOE un protagonismo histórico que les hará sentirse orgullosos, más incluso de lo que en su día se sintieron cuando votaron por Sánchez en 2017, la mayoría absoluta, por cierto, para que recuperara el liderazgo del partido.

Él sabe, además, que millones de personas querrían ser afiliadas del PSOE por un día, aunque solo fuera para cabrear al PP y Vox, que siguen convocando manifestaciones contra lo que sea. Véase ayer mismo en Madrid, aunque, para contrarrestar, los de Ferraz no tardarán en salir informando de las nuevas afiliaciones a partir de la convocatoria de un «referéndum» interno que, en realidad, va de o Sánchez o un caos desconocido.

Y, sin salir del mundo PSOE, es evidente que los González, Guerra, Page y demás tendrán más difícil seguir con su matraca para debilitar a un Sánchez que hoy dispone en el partido de apoyos mucho más numerosos y fuertes que en 2016, además de presidir el Gobierno.   

Ya que hemos mencionado al PP, tampoco se puede descartar que la decisión de Sánchez de convocar a sus afiliados para conseguir manos libres le haya venido al socialista de tanto escuchar a Feijoo exigiendo que repita las elecciones para convertirlas en un referéndum sobre la amnistía.

No calificaré aquí la ocurrencia de Feijoo porque me tengo miedo, pero sí recuerdo que antes la expuso Isabel Díaz Ayuso. Fue cuando, desquiciada tras el encuentro de Yolanda y Puigdemont, le reclamó a Sánchez la convocatoria de nuevas elecciones.

¿Qué cuándo lo dijo?

Pues el 17 de septiembre, es decir, doce días antes de la segunda votación de investidura de su jefe. Por mucho menos, cualquier alto cargo sería cesado por el director general de la empresa y hasta tendría que cerrar la puerta al salir con mucho cuidado para no hacer el menor ruido.

Por último, con esta coincidencia temporal y conscientemente buscada, Sánchez «mancha» de amnistía a una monarquía que, además de estar muy debilitada, es deudora ante los mismos catalanes que serán amnistiados para que su Reino pueda tener un Gobierno.

¿Qué Sánchez estuvo de acuerdo con el discurso televisado el 3 de octubre de 2017?

Hace tanto tiempo de aquello…

Y él, además, tiene a su favor una moción de censura y tres elecciones generales. Por tanto, pantalla nueva. En cambio, el que salió por la tele aquel día no puede cambiar de opinión, porque nunca compite en las urnas.

Conocidos los inquilinos, cobrando, de los escaños que permitirán a Sánchez seguir en La Moncloa, se me ocurre que al día siguiente podrían exigirle que acabe ya con el privilegio de la inviolabilidad impune del MASUFA, a quien elijo nombrar ahora por las siglas de la función más peligrosa para los seres vivos de entre todas las que le atribuye el artículo 62 de la Constitución.

Los de Junts, ERC, PNV, EH Bildu, BNG y una parte de SUMAR van a obligar al presidente prorrogado a practicar una geometría tan variable que, o termina con sus huesos en un colegio de Primaria por la cantidad de veces que errará con la aritmética, o tendrá que confesar que engañó a todos, comenzando por los afiliados del PSOE, para conseguir la investidura, pero que su intención oculta era gobernar con Feijoo durante toda la legislatura.

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