En la madrugada del 24 de febrero, a las 4:30 de la mañana, la dotación de guardia del parque de bomberos de Pontevedra recibió una llamada de alerta sobre un incendio en la calle Virgen del Camino. De inmediato, un equipo compuesto por un cabo, dos bomberos y dos conductores, se movilizó rápidamente con la autobomba y la autoescalera.
En ese incendio se rescata a una persona del interior de la vivienda, con graves quemaduras e inconsciente, al cual se le realizan las maniobras de reanimación hasta la llegada de los servicios sanitarios. Mientras los servicios sanitarios prestaban atención médica a la víctima, la dotación de bomberos, sin perder tiempo, se dedicó a extinguir el incendio en una habitación y a ventilar la vivienda siniestrada.
Justo en ese momento crítico, una nueva llamada de emergencia llega a la central, un accidente de tráfico en la N-550, con víctimas atrapadas dentro de un vehículo. En ese momento, la dotación de guardia se ve obligada a redoblar sus esfuerzos, abandonando temporalmente el lugar del incendio, volviendo al parque a coger el vehículo de rescate y dirigirse a toda prisa hacia el lugar del accidente, en el cual rescataron, junto con los servicios sanitarios, a dos personas del interior del vehículo. Al finalizar esta intervención vuelven al piso incendiado para realizar las tareas de remate y recoger el material allí dejado.
Esta arriesgada maniobra, sin embargo, dejó constancia de una realidad preocupante: la falta de personal en el servicio de bomberos de Pontevedra. La necesidad urgente de dejar atrás el material de extinción en el edificio para cambiar de vehículo en el parque de bomberos representa un grave obstáculo en situaciones de emergencia, provocando retrasos en la llegada de los equipos, escasez de seguridad y una exposición innecesaria a riesgos.
En esta misma guardia por la tarde, se da de nuevo el caso de dividir la dotación, un conductor y un bombero en un incendio en una vivienda en Cotobade y un mando con un bombero y un conductor cortando un árbol que corría riesgo de caída en Pontesampaio, dejando la ciudad de nuevo sin bomberos durante casi una hora.
Esta lamentable situación no es nueva y ha sido denunciada en repetidas ocasiones ante eventos críticos pasados, como el trágico accidente del autobús en Pedre o el devastador incendio de Pontesa. Es evidente que el personal de guardia disponible no es suficiente para hacer frente a los desafíos que surgen, y la ciudad de Pontevedra, confiada en recibir un servicio de calidad, se encuentra lejos de obtener la respuesta adecuada ante estas situaciones, con un servicio de bomberos con la menor dotación de guardia de todas las ciudades gallegas.