Un futuro diseñado que se basa en las relaciones intergeneracionales. Por Miguel Abreu

por Miguel Abreu

Basar la planificación y ejecución del futuro sólo en la juventud es un riesgo que puede tener consecuencias desastrosas para una civilización. No es que no tengan conocimiento, pero no tienen la madurez (aclarada, saludable y lúcida) y experiencia que son tan necesarios para el proceso de desarrollo de la civilización.

Además, es eliminar de todo el proceso de desarrollo no sólo una parte del precioso conocimiento adquirido durante años (cuanto más nos alejamos de los hitos históricos, más olvidamos quiénes somos y lo que nos depara el futuro), así como, es sacar a aquellos que aún tienen por delante unos 20 años de vida activa (personas en sus cincuenta) y que un día en un futuro no muy lejano se convertirán (casi exclusivamente) usuarios del bien creado.

Generar riqueza y bien común (no simplemente desde una perspectiva económico-financiera), es fundamental empezar reconociendo que tanto los jóvenes como las personas de 50 años son los protagonistas del desarrollo de un futuro más sostenible. Tras reconocer que la relación intergeneracional (a nivel personal, social y profesional), es fundamental a la hora de construir un futuro sostenible, esto hay que vivirlo a diario. Cada uno con experiencias, conocimientos y madurez, todos son portadores de valor. Hoy reconozco la importancia de aquellos de quienes he aprendido a lo largo del tiempo. Estas relaciones no me alejaron en absoluto del desarrollo tecnológico, ni de las novedades, ni de los nuevos «modus operandi». Estoy muy agradecido con cada uno por tomarse el tiempo para ayudarme a crecer como persona y como profesional.

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