La inteligencia artificial se pone a prueba en pacientes con síndromes mielodisplásicos y mielofibrosis

por Redacción Nacional

“Ahora entendemos mejor la secuencia de eventos en la transformación maligna de algunas hemopatías y sabemos qué clones son responsables de dicha transformación”, ha destacado Bruno Paiva, investigador del Centro de Investigación Médica Aplicada, de la Universidad de Navarra, en el marco del LXV Congreso Nacional de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), XXXIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia y III Congreso Iberoamericano de Hematología, #Hemato2023, que concluye hoy en Sevilla. Estos progresos “abren la posibilidad de desarrollar métodos y/o biomarcadores que permitan la detección y cuantificación de esos clones, con vistas a la definición de estadios verdaderamente benignos y a la detección precoz de estadios premalignos con riesgo de transformación”, añade.
 
Mientras se profundiza en el conocimiento de la patogénesis del cáncer hematológico, “debemos seguir incorporando la inteligencia artificial (IA) a la práctica clínica diaria del hematólogo con el objetivo de explotar todas las posibilidades que puede aportar en la selección y personalización de tratamientos, y en la evaluación de objetivos”, apunta Adrián Mosquera, del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela. A día de hoy, “tenemos en marcha dos importantes proyectos de IA relacionados con el abordaje de los síndromes mielodisplásicos (SMD) y de la mielofibrosis, dos tipos de cáncer hematológico”, explica. “Pretendemos utilizar datos de los grandes registros de ambas enfermedades que se han desarrollado en el marco de sus respectivos grupos cooperativos, para poder deducir el riesgo de estos pacientes de una forma más precisa y adaptada a nuestro contexto”.
 
Precisamente, la mejor comunicación del LXV Congreso Nacional de la SEHH tiene que ver con los SMD, un conjunto de cánceres hematológicos que afectan especialmente a las personas mayores y que se caracterizan por presentar un riesgo aumentado de evaluación a leucemia mieloide aguda (LMA). El trabajo incluye la mayor serie de pacientes con SMD y deleción aislada del cromosoma 5 conseguida hasta la fecha. “Hemos visto que la presencia de varias alteraciones en el gen TP53 es lo que propicia un impacto desfavorable en este subgrupo de pacientes”, explica Julia Montoro, del Hospital Universitario Vall d’Hebron, de Barcelona. Además, “decidimos establecer un índice pronóstico específico para este subgrupo de pacientes, de tal manera que el análisis estadístico detecta seis variables clínicas y moleculares, e identifica bien dos grupos de pacientes con diferente riesgo de evolución a LMA”.
 
Aumenta la esperanza de vida en pacientes con síndromes mielodisplásicos
Las mejoras introducidas en los últimos años en el manejo clínico de los pacientes con SMD han conseguido aumentar sustancialmente su esperanza de vida, una nueva realidad que demandas un cambio importante en el propio sistema sanitario. “Los pacientes mayores diagnosticados de SMD ya pueden beneficiarse de la mayoría de los tratamientos que recibirá un paciente más joven”, destaca Fernando Ramos, del Complejo Asistencial Universitario de León. Además, el manejo clínico del anciano con SMD “requiere más tiempo en favor de una atención adecuada: pueden tener problemas de movilidad, a veces no oyen bien o necesitan un tipo de letra más grande en los documentos”. Por todo ello, “debemos preparar nuestro sistema sanitario para prestar una atención personalizada a los pacientes mayores”.
 
Uno de los puntos de encuentro indispensables en el Congreso Nacional de Hematología, Hemoterapia, Trombosis y Hemostasia es la conferencia Ciril Rozman, que en esta última edición ha contado con Rafael Fonseca, experto en mieloma múltiple de la Clínica Mayo de Arizona, en Estados Unidos. “Ya estamos haciendo un abordaje personalizado de este cáncer hematológico”, recalca. Este experto está convencido de que “muy pronto empezaremos a curar un buen porcentaje de pacientes con esta enfermedad maligna”. Las áreas terapéuticas más prometedoras son aquellas que están investigando el uso de la inmunoterapia. Junto a esto, “el mejor entendimiento de la biología y la disponibilidad de buenos biomarcadores han hecho muy interesante el manejo clínico del mieloma múltiple”, concluye.
 
#Hemato2023 también ha abordado la revolución terapéutica que está llegando en el abordaje del linfoma de células del manto (LCM), un cáncer hematológico con una incidencia anual de hasta 2 casos por cada 100.000 habitantes y año, que copa hasta el 7% de todos los linfomas que se diagnostican. Los ensayos clínicos con estudios biológicos traslacionales “son muy necesarios en una entidad tan infrecuente como el LCM”, señala Eva Giné, del Hospital Clínic de Barcelona. Dentro del Grupo Español de Linfomas, de la SEHH, “se ha liderado un primer ensayo con formas clínicas indolentes de LCM y se está participando muy activamente en estudios de otros grupos internacionales”, explica. Asimismo, “en España continuamos sin acuerdo de financiación para la terapia CAR-T en LCM en recaída, lo que limita la accesibilidad a terapias eficaces para nuestros pacientes”.
 
Por último, Ramón García Sanz, del Hospital Universitario de Salamanca, ha presentado las principales novedades registradas en los últimos años en el abordaje de la macroglobulinemia de Waldenström, un cáncer hematológico poco frecuente que representa el 6% de todos los síndromes linfoproliferativos B, el 2% de todos los linfomas y el 3% de todas las gammapatías monoclonales. “El tratamiento depende de la situación del paciente en cuanto a edad y fragilidad, pues hay que mejorar su supervivencia, pero también su calidad de vida”, afirma. Los factores pronósticos adversos son la anemia, la trombopenia, el elevado componente M, la alta B2M y la edad avanzada. “Las mutaciones condicionan la respuesta al tratamiento, pero hay dudas de si realmente influyen en el pronóstico”.

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