Santander: un pequeño diamante a orillas del Cantábrico

por Redacción Nacional

La historia, el señorío, la apertura y el intercambio comercial han forjado y perfilado el carácter de una de las ciudades con más personalidad y encanto del norte de España

Elegir correctamente el lugar donde uno va a pasar los días más señalados del año, los de la desconexión de la rutina, puede marcar buena parte de nuestro estado de ánimo o satisfacción el resto del año. No necesariamente esa elección tiene por qué ir destinada a una opción masiva, ni tampoco tenemos por qué encontrar más allá de nuestras fronteras algo que podemos disfrutar en calidad de producto de cercanía. Y es que escondidas y apostadas desde hace siglos en el norte de España están algunas de las joyas que más admiración han levantado entre los visitantes que rascaban más allá de las hojas de ruta habituales. Es Santander uno de los destinos preferidos en esa geografía y es también la capital de un territorio como Cantabria, cuna del intercambio comercial con los territorios de los mares del norte, especialmente Reino Unido. Encontrar un hotel en Santander centro puede ser un pasaporte a la felicidad y la comodidad que nuestra experiencia a posteriori agradecerá.

A pesar de su pequeño tamaño y de su ubicación y orientación eminentemente marina y marítima, es imposible no encontrar en Santander un plan a la medida de cualquier persona. Evidencia en el imaginario de cada uno el nombre de uno de los grupos bancarios más pujantes del mundo, y encontrar su edificio histórico pasa por ser una de las paradas que más curiosidad despierta entre visitantes de todo el mundo. Sin embargo, hablar del Palacio de la Magdalena, de la playa del Sardinero o la plaza Porticada son simplemente atracciones para públicos eclécticos que, sin embargo, acaban por converger en la admiración hacia una capital señorial pero abierta a todos los públicos, histórica pero moderna y, sobre todo, con una mirada en la lontananza y otra en una historia entre lo sacro y lo laico rica y prolífica.

Ni siquiera la conexión es problema alguno: un aeropuerto, espectaculares enlaces ferroviarios o la alternativa entre autovía y carretera a través de la costa que permite elegir entre las velocidades que deseamos. No obstante, como en cualquier destino, y a pesar de su extensión abarcable, encontrar un hotel en el centro y bien ubicado puede ser una diferencia significativa. Es el caso del Hotel Silken Coliseum, a tiro de piedra del Centro Botín y algunas de las principales atracciones de la ciudad. Se trata del alojamiento ideal como punto de partida para poder conocer Santander y todos sus rincones en profundidad, que además ofrece unos servicios completos en unas instalaciones cómodas y modernas.

Acostumbran a referirse los europeos al modelo de ciudad idílica aquella entre 150 y 300.000 habitantes, y esa es aproximadamente la diferencia de poblaciones entre la propia ciudad de Santander y la consideración de su área urbana. En todos los sentidos, un modelo de destino idílico e ideal para volver sobre ella cuantas veces lo pida el cuerpo.

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