Desde los años 2021 y 2022, los datos económicos demuestran un crecimiento constante: más facturación, más contratos, más beneficios. Una empresa que se presenta en los medios como un gigante del textil gallego, un ejemplo de expansión y de liderazgo industrial. Sin embargo, bajo esa imagen de éxito económico se esconde una realidad muy distinta, la de una plantilla cada vez más castigada, con peores condiciones y menos derechos.
Desde que la dirección actual, encabezada por Alberto Vázquez, asumió el control, la empresa ha entrado en una espiral de deterioro en todo lo que tiene que ver con el trato a sus trabajadores. La gestión ha sido fría, autoritaria, sin empatía. En lugar de avanzar en bienestar laboral, en estabilidad y en reconocimiento, Jevaso ha retrocedido: hay más presión, menos diálogo y una pérdida evidente de confianza. La empresa que presume de crecer en cifras, se hunde en humanidad y respeto.
Las reuniones internas y las comunicaciones se han convertido en monólogos sin respuesta. Las peticiones formales, los correos y las dudas planteadas por los empleados terminan casi siempre en el silencio o en la evasiva. No hay transparencia en los datos que se solicitan, no se explican los criterios de formación ni se fomenta la capacitación real de la plantilla. La formación, cuando llega, es mínima, escasa, y no responde a las necesidades reales del personal ni a la evolución tecnológica del sector. Los trabajadores apenas reciben oportunidades de aprendizaje ni posibilidades de promoción profesional, mientras la empresa exige cada vez más rendimiento sin ofrecer desarrollo ni reconocimiento. Cuando se pide claridad, la dirección responde con largas, con silencio o con comunicados internos en tono coercitivo, donde se prohíbe incluso que los trabajadores se reúnan después de su jornada laboral para hablar entre ellos. Una política de control que asfixia cualquier intento de compañerismo o comunicación entre iguales.
Mientras los beneficios empresariales aumentan, los salarios se estancan o incluso retroceden. En plena aprobación del nuevo Convenio Textil, que debía suponer una mejora para la plantilla, Jevaso ha buscado todos los resquicios posibles para hacer lo contrario: absorber pluses, eliminar complementos, reducir lo que antes era un derecho consolidado. Donde el convenio prometía subida, la empresa ha encontrado una forma de rebajar. Los trabajadores, en vez de cobrar más, cobran menos, y todo bajo el pretexto técnico de interpretaciones interesadas y cálculos que nadie explica. La antigüedad, el plus de no absentismo y otros conceptos que reconocen el esfuerzo y la fidelidad se diluyen dentro del Salario Mínimo Garantizado, de modo que quienes llevan quince años cobran igual que quienes acaban de empezar.